sábado, 12 de diciembre de 2009

¿Qué hay en la TV?

El otro día en el canal Film & Arts de SKY, disfruté de una película inusual: Muerte en tres actos (3 Acts murder, 2009) del guionista Ian David y del director Rowan Woods, ambos de origen australiano, dedicados a realizar principalmente series televisivas relacionadas con el tema del crimen. No sé si la película a la que hago alusión ya estará en DVD, ojalá,porque vale la pena verla.

En paralelo a la trama, por cierto muy entretenida y estructurada de manera inteligente, se desarrolla un cuestionamiento sobre el papel del novelista y el alcance de su obra, en este caso la novela criminalista.

Basada en un hecho real sobre la vida del escritor Arthur Upfield, al que el destino ligó con la vida de Snowy Rowles, un criminal no confeso que fue condenado y ahorcado en 1932, la historia hace hincapíé en que el escritor de novelas es, por principio, un gran mentiroso que inventa realidades mientras que la realidad puede ser, a veces (¿siempre?), sólo un espejismo de lo verdadero.

La película coincidió con la deliciosa lectura del último libro de cuentos de J.J. Millás, Los objetos nos llaman. En uno de los últimos cuentos del libro, este ingenioso autor se refiere a un escritor mitómano que “... construía con las palabras una realidad alternativa a la real”. En resumen y para mi propia reflexión: ¿los novelistas nos inventan la realidad o la realidad es una alternativa de la novela?

Para finalizar por el día de hoy, me llamó la atención (¿coincidencia?) encontrar en Internet que Agatha Christie tiene una novela titulada Tragedia en tres actos (publicada en Estados Unidos como Murder in three acts (Muerte en tres actos) que, en 1986, se llevó a la pantalla chica. Por cierto, los productores decidieron relocalizar la acción y escogieron a nuestro querido Acapulco como escenario. Es decir, cambiaron la frialdad de la latitud inglesa por el calorcito del trópico. Pobre señor Poirot (Peter Ustinov), debe haber sudado la gota gorda. Habrá que ver esta adaptación pero, de entrada, no suena bien.