sábado, 27 de noviembre de 2010

Chale con la Real Academia Española

Con gran escándalo, hace unos días se leía en los periódicos:...la Real Academia Española (RAE) elimina la "Ch" y la "Ll" del diccionario. Carambas, fue mi primera reacción, se darán cuenta estos académicos de que la "Ch" es para nosotros, los mexicanos, como la españolísima "ñ", para ellos. ¿Qué vamos a hacer? Para empezar, ¿cómo hemos de sustituir nuestra palabrota preferida (chingar) -con sus múltiples interpretaciones y usanzas locales; chale con la RAE -, cómo vamos a expresar que algo está chido, que la pelota hizo un chanfle, que quieres chalupas de pollo, o que fulana es muy gacha? Pero no, la realidad era muy otra. La RAE ha emitido una serie de reglas que, a mi juicio, parecen tener sentido, pese a algunas excepciones que para mi gusto deberían quedarse tal y como están, a saber: se quita el acento de la palabra "solo". Este acento me parece que tiene bien definida su función ya que si se usa como adverbio -voy sólo si están de acuerdo (o sea, si están de acuerdo iré)- se interpreta de manera diferente a si lo utilizamos como adjetivo: voy solo si están de acuerdo (iré sin compañía); ¿verdad que quitarle el acento se presta a confusión?
Tampoco estoy de acuerdo con la regla que dice que no más acentos a la letra "o" entre números. Y para rebatir la propuesta de la RAE, traigo a colación el conocido cuento del ricachón latinoamericano que mandó pedir a la India uno o dos changos para su jardín, y que escribió 102 en lugar de 1 ó 2 y claro, luego no sabía qué hacer con tanto monito.
Pero por lo demás, creo que no hay ningún problema y que la RAE (que como hemos de recordar limpia, fija y da esplendor) ha tratado, con estas medidas, de unificar criterios, lo cual está muy bien para darle consistencia a nuestra bella lengua:
La “i griega” pasa a llamarse “ye”. Así, desde ahora, la “y” será la “ye”, la “v” será “uve” y la “w” será “doble uve”, la “b” y la “i” dejarán sus apelativos de “be larga” e “i latina” para ser, simplemente, “be” e “i”. Con este cambio, los escritores españoles Juan José Millás y Soledad Puértolas pegaron el grito en el cielo, según leí en la prensa. Yo no le veo mayor objeción.
La Ch y la Ll dejan de ser letras del alfabeto
La Ch y la Ll eran consideradas letras en sí mismas desde el siglo XIX. El nuevo diccionario las suprime y sus entradas aparecen en la C y en la L, respectivamente. El alfabeto contiene, pues, 27 letras.
Éste y este. Se quita el acento en los demostrativos (este/éste), aunque la RAE especifica que será opción de cada persona usar o no los tildes.
“Ex”, “anti” y "pro” ya no estarán separadas de la palabra que los precede. Ahora, “ex”, “anti” y pro” ya no son preposiciones (debían escribirse separadas de la palabra que las precedía), son considerados como prefijos, por lo que se escribirán unidos a la palabra que les precede como, por ejemplo, exmandatario, antideportivo, provida.
Guión… ya no lleva acento. Todos los monosilábicos no llevarán acento aunque terminen en vocal o bien n/s. Es considerado, de ya, como una falta si se escribe truhan con el acento.
La Q pierde fuerza. Qatar, Iraq o Quórum serán Catar, Irak y Cuórum (no me pregunten por qué) y la “q” sólo se reservará para la “ue” e “ui”, como en “que” o en “quiere”. "Insistir en las grafías anteriores se considerará tan extranjerismo como New York".
El conocido escritor Arturo Pérez Reverte, por cierto miembro de la RAE, ha declarado que... se revisen o no se revisen algunas de las modificaciones de la nueva "Ortografía de la lengua española", yo como escritor y académico seguiré escribiendo "guión", "truhán" y "sólo" con acento cuando sea necesario...(¡vaya con don Arturo!).
El día 28 de noviembre se reunirán (en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara) las 22 Academias de la Lengua Española para el debate final. Como se ve (aunque la polémica seguirá, faltaba más) no creo que haya grandes daños que lamentar y me parece que, otra vez, la prensa le dio un sesgo amarillista a lo que pudiera calificarse de ocre oscuro.

sábado, 20 de noviembre de 2010

A SALTO DE MATA

Si alguien está interesado en saber quién era quién en la época de la Revolución mexicana, de 1910 a 1915, no debe dejar de leer el libro A salto de mata (Tusquets, 2009), de la investigadora Susana Quintanilla (ciudad de México, 1956). El libro se anuncia como una biografía de Martín Luis Guzmán, y de hecho lo es, pero también es más que eso. Las cuarenta y nueve hojas de bibliografía consultada por la autora avalan lo anterior. Susana Quintanilla ha hecho una magnífica y detallada investigación alrededor de la vida del escritor y al hacerlo ha retratado a muchos otros personajes principales de la contienda bélica por la que atravesó el país en esos años. También la doctora Quintanilla hurga en los años anteriores a la Revolución y, más allá, nos brinda un buen retrato del padre de Martín Luis, el coronel Martín L. Guzmán Rendón, nacido en Mérida en 1853, personaje controvertido; poco conocido y escasamente reconocido por sus méritos en el desempeño de su labor dentro del ejército mexicano.
Mientras que El águila y la serpiente y Las memorias de Pancho Villa, las dos principales obras escritas por Martín Luis Guzmán, nos dan cuenta novelada de los personajes y acontecimientos de aquellos años, la investigación de Quintanilla nos lleva a los datos "duros", a los hechos, a las relaciones y a las contradicciones entre los archivos documentales y la memoria del autor, tamizada por los años transcurridos entre lo vivido y lo escrito.
La investigadora acierta al llevar al lector a fijarse en los detalles que permitiron -u omitieron- tal o cual situación, tal o cual acción. Queda muy claro en esta investigación que aunque el factor suerte -buena o mala- juega un papel muy importante en el rumbo de la vida de Martín Luis Guzmán (¿y de quién no?), éste tenía, desde temprana edad, la idea de ser escritor. Dice Quintanilla: ...cumpliría 26 años el 6 de octubre de 1913. Tenía dos empleos, la misma cantidad de hijos y una columna literaria que, una vez pulida, podría llegar a ser una obra de mayor alcance. Se sustrajo del caos que lo rodeaba, se rodeó de referencias bibliográficas y de amistades intelectuales, y se dispuso a escribir. En medio de estos afanes fue creciendo en él la exigencia de abandonar todo, paisaje, familia, aires y comida, y de cambiar hasta de amigos. Sin embargo, "el caos en el que vivía" no le permitió conseguir en ese momento su afán y no sería hasta un tiempo después que se dedicaría a cumplir con su destino.
Varios son lo pasajes del libro de Quintanilla que llaman la atención y despiertan el interés pero para mí, los de mayor trascendencia son, por un lado, la lucha personal del joven Guzmán por encontrar sentido a su participación en alguno de los grupos revolucionarios - que eran muchos- y, por otro, su relación con Francisco Villa, un personaje tan alejado de su propio mundo y de sus convicciones y concepciones: un jaguar, como lo describiría en El águila y la serpiente.
En relación con su lucha interna, Quintanilla afirma que Guzmán utiliza un artilugio político y literario para lograr la paz consigo mismo. Existe una carta, no apócrifa pero sí engañosa, ... para dar mayor autenticidad a los últimos episodios del "El águila y la serpiente": ...y (para) acallar las murmuraciones acerca de la actuación de Guzmán en la escena revolucionaria de 1915. La autora nos dice que:...vista de este modo, la carta es...la experiencia de un joven que pasa de las aulas universitarias a pleno movimiento armado. A lo largo de 18 meses el novicio descubre las maravillas y los tormentos de este mundo, la naturaleza salvaje de las criaturas que lo habitan y la incompatibilidad entre ellas y su propio ser. Entonces decide partir al extranjero y honrar de esta forma los valores que lo habían impulsado a correr la aventura. Rompe sus lazos con los distintos bandos en pugna para no traicionar a ninguno de ellos y mantener vivo el espíritu original del levantamiento en contra de Victoriano Huerta.
En cuanto a su relación con Villa, son de rescatar dos momentos principales: la forma en la que lo conoce, descrita magistralmente en El águila y la serpiente, y la situación en la que, sin decirse adios, sino hasta luego, se da la última reunión de estos dos personajes. Ese último día, Villa, en lugar de fusilar a Guzmán - gran incógnita para el escritor durante toda su vida- le dice: Siéntese, siéntese, amiguito, no me cuente sus derrotas... y después de escuchar lo que Guzmán tiene que decirle sobre la salida de Eulalio Gutierrez y otros personajes del momento, le ofrece el puesto de secretario particular. Guzmán pone como condición ir a buscar a su familia, Villa le concede esta petición y él aprovecha la ocasión para huir de las garras del jaguar e internarse en Estados Unidos, y de allí a Europa.
El epílogo es mío: de lo vivido por Guzmán a salto de mata en esos años, de su ágil pluma y de su fina imaginación nace, por un lado, un gran escritor y, por otro, un mito, un héroe de papel: Pancho Villa, el Centauro del Norte.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Arre que llegando al caminito...

Para ilustrarme. Tener en tus manos un libro bello, no tiene precio, es un placer. En estos días he tenido la oportunidad de hojear un placentero libro que se relaciona con una pregunta que hice hace tiempo en este mismo blog: ¿qué pasó en México con los trenes? (y hoy agrego, ¿por qué se estancó el desarrollo ferroviario?¿por qué en México no viajamos en el medio de transporte más cómodo, agradable y civilizado que existe?) El libro en cuestión se titula Los ferrocarriles mexicanos en el arte y en la historia (1994). Es este un libro de formato grande, de pasta dura, de hojas de papel couché y con múltiples -y excelentes- fotografias e ilustraciones. La iniciativa de elaborar este libro correspondió a Jorge Tamayo, en ese entonces director general de Ferrocarriles Nacionales. La coordinación estuvo a cargo de Leonor Ludlow y participaron en la investigación personajes de la talla de Marcela Fernández Violante, Carlos Montemayor, Luis Rius y Alfonso Morales, entre otros.
La idea de intercalar la parte histórica del tema, que por sí solo pudiera resultar aburrida para los no iniciados, con la problemática social de los diferentes momentos; con la pintura, la música, el cine, la escultura y la literatura, de diferentes momentos del acontecer mexicano, hacen que de inmediato el lector se sienta identificado y curioso.
Lo que he concluido despues de leer el texto y de ensimismarme con sus fotografías -que por cierto dicen mucho de lo que allí pasó- es que de 1837, cuando el presidente Anastasio Bustamante otorga la concesión para la construcción de un ferrocarril en México, a 1880, se tendieron 1,073 kilómetros de vías férreas y en los siguiente cuatro años este número se incrementó a 5,731 kilómetros. El ferrocarril estaba en auge y el país empezó a comunicarse mediante un medio moderno y eficiente; sin embargo: ...durante los años del progreso nadie hubiera pensado que el mismo vehículo de interacción y cohesión política sería años más tarde el difusor de la insurrección contra ese régimen que ponderó el ferrocarril como bastión del crecimiento económico y la estabilidad política alcanzada. No es exagerado pensar que la campaña que Francisco I. Madero inició en junio de 1909 encontró su apoyo esencial en el ferrocarril. Y los años y los personajes que siguieron también tuvieron como apoyo este medio de transporte. Y claro, ya para el año de 1922: ...la deuda ferroviaria pasó a ser la mitad de la deuda nacional, es decir, la Revolución tuvo su efecto en los ferrocarriles.. En 1933 se funda el primer sindicato de este gremio y en 1937, el presidente Lázaro Cárdenas decreta la nacionalización de Ferrocarriles Nacionales. Entre 1942-45 se repararon o sustituyeron tres mil kilómetros de rieles y durmientes, y de 1947 a 1955 se repararon 3,631 kilómetros de vías férreas y, se dice en el libro,que de 1950 a 1960 se construyeron cientos de kilómetros de vías. A partir de la Revolución Mexicana, de 1910 y hasta 1996, el gobierno fue propietario y responsable de la operación de la red ferroviaria que existía en México, a través de Ferronales. En el año de 1996, el gobierno estableció un programa para privatizar su sistema ferroviario al dividir Ferronales en diversos sistemas regionales, para posteriormente vender las sociedades concesionarias de cada sistema, mediante licitaciones públicas.Conforme a la publicación “The Railroad Facts” de la Association of American Railroads, Ferromex es hoy el operador ferroviario más grande de México, en términos tanto de cobertura por número de kilómetros como de número de carros usados en la prestación de sus servicios, principalmente servicios de carga general e intermodal por ferrocarril, al igual que otros servicios auxiliares, que incluyen el transporte de pasajeros (casi inexistente), arrastres intraterminal y servicio de terminales automotrices, entre otros. Ferromex cuenta con la cobertura más grande del sistema ferroviario mexicano con 7,108.6 Km. de vías principales y 1,001.9 Km. de ramales ( haga usted cuentas de su crecimiento en cien años).
Lo que se omite en el libro (y que fue la puntilla para el desarrollo ferrocarrilero) es la gran huelga organizada por Demetrio Vallejo que paralizó al país, en la época del presidente López Mateos.
Lo que siguió, tuvo sus altas y sus bajas y sus intentos de revivir al muerto; los especialistas dirían que es un problema multifactorial. Estando de acuerdo, yo lo resumo como: desazón y abandono (baste ver las fotos del libro). Y no puedo dejar de pensar: ay, no nos vaya a pasar lo mismo con otras industrias importantes mexicanas que van por el mismo camino; y haciendo una mayor abstracción, pienso, ¡ay no nos vaya a pasar lo mismo con la educación!
El sistema de ferrocarriles en México es ya una entelequia; asumámoslo. Su futuro lo destina como un servicio de segunda o de tercera. Sin embargo, el libro al que he hecho referencia es un gozo que despierta muchas nostalgias.

sábado, 6 de noviembre de 2010

De aquéllo y de esto

¿Te acuerdas?: en 1972 se estrenó la película Sleuth (La huella, en México) protagonizada por Sir Laurence Olivier y el conocido actor Michael Caine. El guión, tomado de la obra teatral de Anthony Shaffer, fue adaptado y dirigido por Joseph L. Mankiewicz (quien con esta película terminó su profusa carrera fílmica); como resultado de esta combinación, la cinta logró ser nominada para cuatro Óscares. Años después -tantos como ¡treinta y seis!-, en un "remake" adaptado en esta ocasión por el dramaturgo, guionista, actor, director, poeta y merecedor del premio Nobel 2005, Harold Pinter, Michael Caine protagoniza al personaje de Olivier (Andrew) y Jude Law (Milo) al que hiciera Caine, más de tres décadas atrás. ¿Y la dirección de este reto? pues a cargo, nada menos, que de Kenneth Brannagh, el adaptador de Shakespeare al cine. Solo a este cuarteto (Caine-Law-Pinter-Brannagh) se le pudo ocurrir retar a los gigantes de la primera versión de Sleuth. Además, a esta temeridad, hay que agregar la dificultad propia de la obra: un thriller en el que se establece un duelo histriónico entre los dos actores. Genial. Pues bien, ahora en México hay otros tres valientes que se "avientan" a poner en escena la obra de Shaffer: Daniel Giménez Cacho, José María Yazpik y el director, Enrique Singer (Los Baños y Oleanna).
Juegos Siniestros, como se ha traducido el título de la obra para esta puesta, estará en la cartelera teatral unas cuantas semanas más, según se anuncia. ¿Qué decir de esta nueva versión, habiendo visto las dos adaptaciones mencionadas? Pues yo le pondría "palomita", es decir: me gustó la adaptación, la encontré fina, sin chistes baratos fuera de lugar; me gustó también la dirección, sin grandes estridencias como suele suceder con los actores mexicanos. La escenografía es ingeniosa y resuelve muy bien la monotonía que pudiera producir el que la acción transcurra en un mismo sitio y solo con dos personajes. Por lo que toca a la actuación, los roles de los intérpretes exigen una gran agilidad física y mental de la que hacen gala tanto Giménez Cacho como Yazpik. Ambos actores logran llevar la obra al terreno del duelo de actuaciones que tanto se cuidó en las dos versiones fímicas. En cuanto a la trama, les adelanto algo, eso sí, sin revelar el final: Andrew (Giménez Cacho), es un escritor exitoso de novelas policiacas, de edad madura, que invita a su casa a tomar un trago al joven Milo(Yazpik), dueño de un salón de belleza; a primera vista ambos personajes no tienen mucho en común pero las apariencias engañan (como pasa todo el tiempo en la obra)...a las primeras de cambio, surge el meollo del asunto: Milo es amante de la mujer de Andrew y...
Toda proporción guardada, la versión mexicana de Sleuth, vale la pena verse.

Y lo que me ha dejado dudas es el libro Viaje por la historia de México (2010), editado por Fondo de Cultura Económica y publicado para conmemorar el bicentenario de la Independencia de México y el centenario de la Revolución mexicana. Este libro ha sido "rescatado" (como dice en el prólogo el Presidente Felipe Calderón) de una primera edición que llevó por título Álbum de historia de México (1997, Clío) del finado y distinguido historiador y estudioso, Luis González y González. Pues resulta que compré el citado libro y ahora me entero que la idea del gobierno, al cual le cedió la editorial Clío los derechos de autor, es que cada famila mexicana reciba en su hogar -por correo postal- un ejemplar gratuito (se hizo un tiraje de más de 27 millones de ejemplares, según se dice en el portal de la Secretaría de Educación Pública). Pero esa no es toda mi congoja: en esta nueva edición parece ser que hubo algunos ajustes y arreglos. Por desgracia no he podido conseguir el original que dio pie a este nuevo álbum para poder hacer las comparaciones necesarias, pero aún así me voy a atrever a hacer dos o tres críticas que no se a quien correspondan, si a la coordinación editorial de esta nueva versión o a la original de González y González; en cualquier caso ojalá me perdone don Luis por mi osadía.
En la Presentación a cargo del autor (me imagino que es la original correspondiente a Álbum de la ... ya que el maestro González y González murió en el año 2003) éste nos dice: El álbum no trata de recrear las glorias de nuestra historia de bronce, más bien es un recorrido por nuestro pasado a través de aquellos personajes que fueron representativos de una época o tuvieron especial relevancia en algún momento ...Habrá quien pregunte por la ausencia de algún prohombre ...o critique la inclusión de personas que no sean de su agrado...La elección podría parecer arbitraria, y lo es, pero hay que recordar que una de las características de la historia es que cada persona la ve desde una perspectiva diferente... Y claro, como dicen, sobre advertencia no hay engaño, pero yo, erre que erre, insisto en apuntar que ni están todos los que son ni son todos los que están.
Me llamó la atención, por poner un ejemplo, la inclusión de Napoleón Bonaparte y también, aunque por otras razones, la de René Drucker Colín. De Francisco Villa se dice que era bandolero, agricultor y comerciante (?) y, en cuanto a ausencias, parece no haber habido más que dos mujeres notables en el paisaje histórico mexicano, de los varios siglos que se consignan en el libro (y, por supuesto, no estoy de acuerdo). Dice el presidente Calderón en el citado prólogo: Ojalá las familias disfruten un paseo por el pasado y encuentren hospitalaria su visión generosa, plural, abierta y constructiva. En fin, esperemos que así sea, que Viaje por la historia de México cumpla con su propósito, eso sí, siempre y cuando su lectura sea crítica.