sábado, 19 de junio de 2010

Anatomías

Hay libros que merecen un reconocimiento especial. Fíjese usted si no: un libro de 437 páginas cuyo título es Anatomía de un instante, pues ¿qué tantas palabras, frases, párrafos han de decirse para describir un instante? Parecería, a simple juicio, una enconmienda fácil ésta de diseccionar aquello que ha sucedido en un santiamén, en un abrir y cerrar de ojos pero, claro, hay de instantes a instantes y el escritor español Javier Cercas ha escogido uno -el instante en que el teniente coronel Tejero (y compañía) irrumpe a balazos en la sesión del Congreso de Diputados en España el 23 de febrero de 1981- que resulta que tiene muchos cabos de donde jalar. Anatomia de un instante, nos previene Cercas, no es un libro histórico, aunque esté basado en documentos y en entrevistas, es una novela producto de una realidad que reclamaba ser contada a partir del análisis de sus actores. Así, el autor advierte sobre aquéllo que él piensa que pasó o qué se dijeron los personajes, dejando al lector la libertad de asumir o de disentir sobre lo expuesto.

Como quien fuera desenmarañando una madeja enredada, Javier Cercas (Gerona, 1966), a partir de una imagen memorable de las tres únicas personas que en el Congreso secuestrado no se echaron al piso y siguieron sentados en sus escaños cuando los golpistas les demandaban hacerlo (Adolfo Suárez, presidente del gobierno en funciones, el general Gutierrez Mellado, vicepresidente y Santiago Carrillo, presidente del partido comunista español, tres personajes de enorme trascendencia para la transición española), va hacia adelante y hacia atrás en las vidas políticas de cada uno de ellos, describe sus encuentros y desencuentros, exhibe a los golpistas -por separado y en conjunto-, toma posiciones para luego matizarlas frente a los hechos, cavila, debate, informa, especula y hace que el lector se estruje junto con él para explicarse los porqués, los cómos y los cuándos de aquel instante. Dice, refiriéndose a Suárez y a Carrillo: ...ninguno de los dos vivió un episodio más dramático que aquel tiroteo en el Congreso ni tomó una decisión más intrépida que la que ambos tomaron permaneciendo en sus escaños mientras las balas zumbaban a su alrededor en el hemiciclo.

De los golpistas, Armada, Miláns y Tejero, nos dice que ellos creyeron que habían urdido un golpe mientras que el propio día 23 descubrieron que en realidad habían armado tres golpes con tres diferentes propósitos; por eso fallaron y por eso España pudo seguir siendo una nación democrática. ¿Y el Rey? También él es protagonista de esta novela y Cercas lo escrutina y lo juzga: Juan Carlos de Borbón actuó de manera inteligente y logró que el golpe fortaleciera la democracia... y de paso también a la monarquía.

Y si el final del golpe militar del 23 de febrero de 1981 es conocido por todos, el final de la novela es inesperado y grandioso y merece la lectura de las más de cuatrocientas cuartillas.

Otra disección

Del director de cine y guionista Michael Hoffman (Nueva York, 1954), solo había visto dos películas: Un día inolvidable (1996) con Michelle Pfeiffer y George Cluny y El sueño de una noche de verano de William Shakespeare (2002), también protagonizada por la actriz Pfeiffer. Sin haberme maravillado ninguna de estas dos películas, tengo que decir que me hicieron pasar un rato agradable. Ahora Hoffman dirige a Helen Mirren (siempre tan reina), y al bien conocido actor inglés Christopher Plummer en los roles de Sofía (Andréievna Bers) y Lev Tolstói. El film está basado en la novela del poeta y crítico literario americano Jay Parini (1948- ) en la que relata el último año en la vida del famoso escritor ruso. Para mi gusto, esta película -que por cierto ha recibido todo tipo de críticas, buenas y malas- tiene muchos aciertos. El primero, son los actores que realizan una extraordinaria interpretación de la guerra y la paz doméstica que el matrimonio Tolstói protagonizaba cotidianamente, según documentos y relatos históricos. El otro acierto es dejar “correr” en paralelo una relación amorosa que comienza mientras la otra, la de los Tolstói, se extingue. Ésta otra historia de amor está interpretada pulcramente por James McAvoy (imposible olvidarlo por su actuación en Expiación o En el último rey de Escocia) que asume el papel de Valentín Bulgakov, el joven secretario de Tolstói que, además, es portador de una visión más equilibrada entre la posición del deber ser histórico del viejo filósofo y escritor y el ser local, íntimo, de Sofía, principal punto de desgaste de la casi cincuentenaria pareja . Y un tercer acierto lo constituye el balance que se logra en el desarrollo de la personalidad compleja del autor de Ana Karenina y el clima político y social que vive el personaje a solo siete años de uno de los sucesos de mayor impacto en el siglo XX: la revolución rusa. ¿Qué me deja esta novela? El interés por conocer con mayor detalle el entorno y la vida del gran Tolstói (y, por supuesto, también la de su mujer Sofía).

domingo, 13 de junio de 2010

Dos a una

Basada en una novela del escritor estadounidense Philip Roth, la película La Mancha Humana (2003) contiene, como la vida misma, muchas historias a la vez e igual número de implicaciones y complicaciones. Robert Benton (Kramer contra Kramer o En un lugar del corazón) dirige en esta ocasión a un elenco espectacular: Nicole Kidman y Anthony Hopkins, en los papeles estelares y Gary Sinise y Ed Harris, en los secundarios. El film empieza con una charla de tres hombres haciendo jogging en un campus universitario en la que nos remiten al caso Lewinsky-Clinton (1999)-¡seguro se acuerdan!- y al ambiente moralista de aquellos días en Estados Unidos. Esta escena es relevante porque sirve de marco para el desarrollo de la trama fílmica: el respetado profesor Coleman Silk, es acusado por sus pares -y demandado por unos alumnos de origen africano- de manera injusta, por supuestamente haber hecho comentarios racistas. Esta polémica no sólo termina con su carrera académica sino que también acaba con la vida de su esposa, que sufre un ataque cardiaco. Hasta aquí, una historia para reflexionar. Pero la trama sigue adelante: él conoce a un escritor al que le solicita que escriba su historia y esta relación, que se convierte en amistad, tiene el efecto de sacar de su ensimismamiento al escritor, que se había alejado del mundanal ruido; segunda historia. Tercera: Silk conoce y establece una relación sexual y sentimental con una joven mucho menor que él; mi última relación, dice. La chica, la Kidman, tiene una historia personal terrible, empezando por un marido golpeador ex combatiente de Vietnam; cuarta historia. El profesor tiene una serie de flashbacks- quinta historia- que nos llevan a su juventud de la que guarda un secreto inconfesable. Y, finalmente, la sexta, el desenlace de la historia entre Silk y Faunia-Nicole. A mí, me gustó. Está en DVD.


ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS EN 3D (Tim Burton, 2010). La película es una adaptación o una mezcla de las dos novelas fundamentales del matemático inglés, profesor de la Universidad de Oxford -faltaba más- Charles Dodgson. En 1865, Dodgson, bajo el seudónimo de Lewis Caroll, publica Las Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas y, posteriormente, y debido al éxito de la primera, publica una segunda novela titulada A través del espejo y lo que Alicia encontró allí. La vida de Dodgson-Caroll es por demás interesante y una zambullida a su biografía no le hace mal a nadie, sobre todo, porque da alguna luz a estos cuentos infantiles que no son para niños y quizá tampoco para adultos que no estén preparados para encontrar algo más de lo que dicen las palabras o la trama de las aventuras de la jovencita Alicia. En 1865, cuando Alicia persigue a un conejo y cae en un hoyo sin fondo y se encuentra en la posición de escoger una llave y abrir varias puertas cerradas y hacerse pequeñita y enorme y conocer a la reina de corazones, faltaban aún treinta y cuatro años para que Sigmund Freud, el creador del psicoanálisis, publicara su famoso libro que revolucionaría el pensamiento en el siglo XIX: La Interpretación de los Sueños. Y parafraseando al poeta Tomás Segovia, por ahí va el asunto de Alicia. Coincidencia o no, la actriz de la película de Tim Burton es Mia Wasinkowska, la misma que en el la serie de TV, EN TERAPIA, protagonizaba a esa jovencita que tenía problemas no resueltos con sus padres; la encantadora y conflictuada Sophie ¿se acuerdan? Pues bien, Sophie-Alicia-Mia, después de enfrentarse a todo tipo de situaciones difíciles y angustiosas, todas consigo misma, decide tomar la espada, matar al dragón, tomar decisiones y..., ser ella. Bien por Alicia.
Chicos y grandes salimos del cine encantados tratando de asir la mariposa azul que, en el último segundo de la película, se escapa del sueño, de la pantalla y..., hasta del cine, claro, por efecto del 3D.

Ay, y quién me manda ir a ver una comedia alemana-turca. Soul kitchen (2010) del director alemán de origen turco Fatih Akin, es de una simplonería espeluznante. El autor tiene otras películas que han merecido el apluso de la crírtica (Contra la pared, 2004 y Al otro lado, 2007) e incluso obtenido premios internacionales. Me imagino que ahora, con mayor confianza en sí mismo, quiso incursionar de manera más ligera en el complicado tema del mestizaje en Alemania.
El protagonista tiene un restaurante de mala muerte en el que sirve, literalmente, “comida hecha con las patas” y que a un grupo de asiduos les parece bien por lo que se refiere al costo-beneficio. En cuanto pretende hacer algo más sofisticado, se le va la clientela y, entre dolores de espalda, la novia de raza pura que se le va a Singapur, un hermano ladrón y jugador y un amigo de la mafia, pierde el changarro, la novia, el amigo y el hermano. Ah, pero aparece una masajista (¿latinoamericana?) que lo saca de todos sus embrollos. Lo que nunca, y solo entre nosotros: me eché una cabeceadita,¿me habré perdido lo importante del filme?. Si quiere, vaya a verla pero conste que es bajo su propio riesgo.

Y sólo para la picaresca: escuché la siguiente conversación en la calle entre dos señoras mayores: ¿Cruzamos la calle? -dijo una-, y la otra le contestó: No, ¿no ves que no hay cruce de cerda, tía?. De pronto pensé que esa señora trataba muy mal a su tía pero luego me di cuenta que había querido decir: no hay cruce de cebra, querida. Hay de formas a formas ¿o no?

sábado, 5 de junio de 2010

Lo que no se sabe

¡Qué historia, qué dirección, qué actuación, qué película y qué conclusión! Voy por partes: Robert Harris es un escritor inglés de bestsellers políticos. Estudió letras inglesas en Cambridge, y siendo aún muy joven se convirtió en editor de tres de los más conocidos periódicos británicos. De ahí dió un salto a los libros históricos para pasar a la ficción con la novela Fatherland y posteriormente con Enigma -llevada al cine y estelarizada por Kate Winslet; una trama sobre la segunda guerra mundial ¿la recuerdan?. Pues bien, el señor Harris escribió, en 2007, The ghost writer, un thriller político que, tiempo más tarde, transformaría en guión, junto con el conocido director de cine Roman Polanski, para producir la película homónima. De Polanski no tengo nada qué añadir que ustedes no sepan ya y me voy derecho a los actores: una constelación. Pierce Brosnan (igual de guapo), Ewan McGregor (me encanta), Olivia Williams (que la hemos visto en varias películas; la última, en Una educación donde interpretaba a Miss Stubbs, la profesora) y Tom Wilkinson (que a mi juicio es uno de los mejores actores ingleses del momento). En cuanto a la película, la trama se desarrolla en Estados Unidos en donde, en un solitario paraje (una isla), con toda clase de lujos y tecnología, vive temporalmente un ex primer ministro británico Adam Lang (Brosnan-Tony Blair) que ha contratado a un escritor para que le escriba sus memorias. El escritor muere de manera sospechosa y tiene que contratar a un sustituto que empieza a sospechar...y es entonces cuando the plot thickens.
La película no deja un momento para el cabeceo; está muy bien hecha y mantiene la atención del público en sus casi dos horas de duración. Pero cuando uno sale del cine a enfrentarse con la realidad, esta película tiene la virtud de sumarse a los acontecimientos recientes: en septiembre de 2009, usted recordará, Roman Polanski huyó de Estados Unidos, acusado de violar a una menor de edad, allá por los ochentas, treinta años atrás. Polanski estaba por terminar el rodaje de la película cuando sucedió lo anterior y ésta entonces se concluyó, como usted imaginará, en condiciones bastante adversas.
¿Tuvo algo que ver el enredo real con la ficción fílmica? ¿Hay algo de verdad en las relaciones del exministro Lang y su esposa (¿Tony Blair y Cherie?) con Estados Unidos? Véala y me cuenta.



Y para aquéllos que ya hayan leído La Elegancia del erizo (Muriel Barbery, 2006) y les haya gustado -para todo hay gustos; alguien me dijo que el libro era una bobada-, les tengo una buena noticia: en el año 2000, la misma autora escribió su primer libro (La golosina) que hoy vuelve a publicar la editorial Seix Barral con el título Rapsodia Gourmet. Resulta que la ópera prima de Barbery, francesa nacida en Casablanca en 1969, ha sido traducida a 12 idiomas y ganó en su momento el reconocido premio Meilleur Livre de Littérature Gourmande, aunque no fue el éxito de ventas de La Elegancia..., y quizá por eso es menos conocida.
Barbery comparte en sus dos novelas un mismo edificio burgués francés, en el corazón de París, así como algunos de los personajes que lo habitan. En Rapsodia Gourmet, el edificio de la Rue Grenelle se reduce prácticamente a una habitación en donde yace, a punto de morir, monsieur Pierre Arthens, uno de los críticos gastronómicos más famosos del mundo; ése que, con el poder de su sus sentidos, ha destrozado y encumbrado la carrera de múltiples resposables de fogones por doquier.
Es odiado y querido por voces diversas -entre ellas de animales y objetos inanimados- que se expresan en cada uno de los capítulos de la novela. Pero el pobre de monsieur Arthens no logra morirse de una vez porque hay un sabor, de los múltiples que ha degustado, que no recuerda: el sabor de la felicidad; aquel sabor, con aquella textura, con aquel olor, con aquel sonido al masticarse , con aquella gama de colores, que una vez lo hizo sentirse sublime. Por momentos Arthens se confunde y cree haberlo encontrado: ...bajo el tilo centenario,entre perfumes y papilas,mordía los hermosos frutos púrpura escogidos por la tía Marthe..., pero no, no era ése, así que debe seguir su agonía. Arthens escarba entre los más recónditos entresijos de su memoria y por allí aparecen sus abuelos, sus padres, sus desatendidos hijos, su venida a menos esposa, sus amigos y enemigos, sus amantes..., en fin, todo aquél o aquéllo que tenga algo que decir sobre los sabores de Arthens. El resultado: una novela sensual y elegante..., un bocado exquisito.

Y los aburro con unas cuantas líneas más para redondear el asunto Barbery: Mona Achache, directora de cine francesa, se ha atrevido a llevar a las pantallas una adaptación libre de la novela La Elegancia del Erizo (El Erizo, 2009). Y digo que se ha atrevido porque el reto de traducir el código literario de la novela no era sencillo. Sin embargo, para mi gusto, resultó un film interesante aunque creo que se cometería un error al tratar de compararlo con la novela. Achache tuvo el buen tino de haber hecho una interpretación libre del documento literario y el resultado es una película fresca y sin ataduras..., que nos recuerda la novela. La música de Gabriel Yared, buenísima y buenas también las interpretaciones de Josiane Balasko, Garance Le Guillermic y Togo Igawa.