sábado, 23 de octubre de 2010

El fukú

La lectura de la novela La maravillosa vida breve de Óscar Wao, me resultó una experiencia fantástica, portentosa, fascinante; es decir, maravillosa, como su título promete. Su autor, Junot Díaz, es un joven dominicano-americano (nació apenas en 1968) que logró con esta novela obtener el premio Pulitzer 2008, el National Books Critics Circle Award de ese mismo año y ser nombrada la mejor novela de 2007 por las revistas Time y New York Magazine; casi nada. Los personajes se mueven por la novela con un fino sentido del humor (humor negro) y con soltura y gracia en el lenguaje que utilizan, en el que se mezcla el argot juvenil que usan los bróders y los goth -con sus héroes y monstruos de videojuegos-, la jerigonza de los dominicanos de la isla y la que en el Bronx despliegan los dominicanos-americanos. El autor también emplea con maestría, para adentrarnos en lo que nos quiere decir, varias voces narradoras y una estructura novedosa en la que el relato de la vida de Óscar se entremezcla con en el pie de página, espacio que utiliza, de manera paralela, para contarnos la historia de la República Dominicana en la época del nefasto general Trujillo.
Yo había pensado que después de publicada La fiesta del Chivo (Vargas Llosa, 2000), nadie tendría la osadía de escribir algo sobre los horrores del gobierno de Rafael Leónidas Trujillo-qué más podría agregarse- pero, héte ahí, que el joven Díaz se arriesga y el resultado es una novela fresca, novedosa, generacional y que ha de resultar interesante no solo para los adictos a las novelas si no también para lingüistas, filólogos y sociólogos.
La historia va y viene en el tiempo de la familia Cabral: desde el abuelo Abelard hasta Óscar, el nieto, el antihéroe, un nerd obeso que escribe poesía y ve programas de TV británicos bastante nerdosos. A Óscar le ha caído el fukú (...se cree que fue la llegada de los europeos a La Española lo que desencadenó el fukú en el mundo, y desde ese momento todo se ha vuelto una tremenda cagada...) y no tiene éxito con las mujeres, siendo que él es un adolescente muy enamoradizo. La trama, que parece una comedia y a ratos te hace reír con gusto, tiene el trasfondo trágico, tragiquísimo, de un drama familar que se inscribe en el drama de los dominicanos.
En entrevista, Junot Díaz dice que: "en realidad no intenté escribir La maravillosa vida breve de Óscar Wao. Lo que yo quería escribir era Akira (el clásico de dibujos animados) del tercer mundo y durante un par de años eso fue lo que hice: tratar de escribir un libro que como un idiota me empeñaba en llamar The Secret History... acerca de la destrucción de Nueva York por un psíquico terrorista ... pero ocurrió el 11/S...la creación de arte es algo misterioso. Quizá yo hubiera terminado The Secret History si hubiera sido más fuerte y más listo y no me hubiera cagado de miedo. Pero la salvación nos llega por diversos caminos. Cuando estaba intentando escribir The Secret History, me otorgaron una beca Guggenheim y viví un año en México, D.F., tratando de escribir... me enamoré de la que pensé (y todavía pienso) era una de las ciudades más maravillosas del mundo. Como vivir dos vidas en una. En fin, una vez después de una noche de rumba me encontré...escuchando música y hablando mierda cuando por casualidad agarré una copia de La importancia de llamarse Ernesto y pronuncié el nombre de Oscar Wilde en dominicano y lo que salió fue Óscar Wao... y en la noche cuando estaba echado en la cama pensando en la chica de la que estaba enamorado, una fresita cuya familia era de Cancún, tuve la visión de un pobre nerd negro y jodido del gueto llamado Óscar Wao, el tipo de nerd del gueto que habría sido yo si no me hubieran “descubierto” las chicas el primer año de high school. Óscar saltó de la sombra y de repente me di cuenta de que podía escribir una novela entera acerca de un chico dominicano que no conquista a las chicas, que no puede bailar, que es el opuesto de todos los estereotipos que tenemos los dominicanos de lo que son “nuestros hombres”. Óscar no iba a ser el caribeño sexy por el que la industria del turismo vive y muere. Me di cuenta de que podía escribir acerca de este chico nerd que vive obsesionado por la historia y por las chicas, que sólo es bueno para la fantasía y para la ciencia ficción y que sin embargo (trágica, cómicamente) pertenece a una comunidad y a una cultura que propiamente no se enloquece por los nerds de color ni por sus intereses. Entonces lo hice. Escribí la novela de Óscar. Me llevó siete años y muchas lágrimas pero ahora está terminada y no puedo imaginarme de dónde saqué la fuerza para superar una novela fallida y lograr terminar otra. ... la lección es: atención a los libros que se encuentra, pueden salvarle la vida"
Interesante ¿no? Por cierto, si alguna vez sospecha usted que le ha caído el fukú, no se detenga y diga enérgicamente Zafa seguido del cruce de los dedos índices; esto evitará que la maldición caiga en usted o en su familia. Lo dice Óscar-Junot.

sábado, 16 de octubre de 2010

El mago de Amos Oz

Hoy regreso al escritor Amos Oz, con su libro La caja negra (1987), esa caja que llevan los aviones con el fin de que, en caso de accidente, haya un testigo de las causas que lo motivaron y un testimonio de los últimos momentos previos al percance. De ser necesario recurrir a la caja negra, ésta producirá una historia lacónica, telegráfica, siempre escalofriante y, finalmente, determinante: el desenlace previsto. En su caja negra, el mago de Oz, nos ofrece una historia de "familia" sin ambages, descarnada, que llega hasta nosostros en forma epistolar. Amos Oz escogió quizá la forma más difícil para abordar una narración: las cartas son una especie de marco que acota la realidad; que la filtra, la subjetiviza y, para bien o para mal, la distorsiona. La forma epistolar convierte al lector en un verdadero voyeur, al que siempre se le oculta algo y no tiene la posibilidad de preguntar dada su condición de infractor. Pero creo que de eso se trataba, de presentar a unos personajes que el lector de inmediato odia o adora, pero que al irse definiendo le aportan nuevos elementos para ir variando su apreciación y su posición, a sabiendas de que hay información crucial que no le será revelada.
Querido Alec: Que no hayas destruido esta carta al reconocer mi letra en el sobre prueba que la curiosidad es más poderosa que el odio. O que tu odio necesita carne fresca. Así empieza La caja negra, y el lector queda atrapado entre estas frases y no tiene ya más remedio que seguir leyendo lo que augura un desenlace previsto que no por ello deja de ser sorpresivo. Alec e Ilana no se habían tenido contacto en los últimos siete años, desde su divorcio. Se separaron en condiciones brutales, de gran crueldad. Él es un famoso estudioso del fanatismo, vive en Estados Unidos, mientras que ella se quedó en Israel y se volvió a casar con un ortodoxo. Alec e Ilana tienen un hijo en común, Boaz, que el padre ha ignorado durante todo ese tiempo para castigar a la exesposa. El chico es un joven problemático que no logra encontrar su camino en la vida y ese es el motivo de la primera carta en que Ilana le pide ayuda al hombre que alguna vez amó... Intervienen también en la novela, en la correspondencia epistolar, Boaz, por su puesto, que en sus escasos años ha logrado captar el ambiente "familiar" amplio: Los judíos viven de la Torá, de la política, de discursos y discusiones, en vez de vivir de la vida. Ocurre lo mismo con los árabes. Han aprendido de los judíos a consumirse de tristeza y consumirse unos a otros y consumir personas en vez de comida corriente ; Michael, el marido de Ilana, que representa a la parte de la sociedad judia ortodoxa (a la que Amos ha combatido por su intolerancia durante toda su vida-con su posición pacifista-), y el administrador de los bienes de Alec, un viejo amigo de la familia que introduce una buena dosis de la mezquindad de todo el asunto.
Una novela profunda, desgarradora, muy bien escrita, ingeniosamente estructurada, alertadora de intolerancias; donde el odio y el amor -el hielo y el fuego-, se confunden. La literatura de Amos Oz nos habla de lo íntimo, de lo individual, de lo local, siempre en el contexto de un mensaje: "la paz en los tiempos de guerra". Este autor ha sido varias veces postulado para el premio Nobel de Literatura y, a mi juicio, creo que ya se están tardando en dárselo. Este libro, en particular, es, como dicen los anglófilos: a must.
Me parece correcto terminar el día de hoy con algo que dijo Amos Oz sobre la intolerancia: ... la literatura te introduce en la vida privada de las cosas, en sus secretos, y entonces es mucho más difícil odiar. Para mí, por ejemplo, la traducción más importante de este libro que acabo de publicar es la traducción al árabe. Los lectores del mundo árabe que lean mi historia no tienen que sentir rechazo ni tampoco tiene por qué gustarles, pero sí tienen que saber cómo y por qué o cuáles fueron las razones.
Nota de última hora: Hoy se ha dado a conocer que a Hernán Lara Zavala, narrador, ensayista, editor, profesor mexicano y buen amigo, se le ha otorgado el premio Real Academia Española 2010. Su novela Península, península, tomen nota, es otro must. ¡¡¡Enhorabuena!!!

sábado, 9 de octubre de 2010

Mario Vargas Llosa

MARIO VARGAS LLOSA

Hoy, al igual que muchas otras personas alrededor del mundo, estoy bien y de buen humor; estoy de plácemes. Y no es para menos: le han otorgado el premio Nobel al escritor peruano Mario Vargas Llosa. Mario es mi amigo cercano del que sé muchas cosas: sobre su vida académica, sus amores, sus viajes, sus hijos. Lo conozco hace mucho tiempo y he visto como ha ido con los años llenándose de canas y arrugas a la vez que encuentro que su literatura es más madura y profunda. He hablado de él, he valorado sus posiciones políticas, me he fascinado de su incursión al teatro al lado de Aitana Sánchez-Gijón, he lamentado sus experiencias cinematográficas y he disfrutado sus merecidos premios. Lo curioso de esta cercanía es que nunca hemos coincidido más que en el espacio virtual, conectados a través de la electricidad de sus novelas. He leído casi todos sus libros, que siempre me han dejado alguna huella. Pero para qué sigo si Muñoz Molina, otro de mis amigos cercanos, lo ha dicho tan bien:
...me acordé del impacto de la primera lectura de "Cien años de soledad" (García Márquez, 1967), pero también comprendí que en mi formación había sido mucho menos decisiva que "La casa verde" (Vargas Llosa, 1965), y que mi idea de lo que es un novelista la había aprendido mucho más de Mario Vargas Llosa que de García Márquez. Mi percepción es probablemente equivocada, pero García Márquez tenía para mí algo de mago o hechicero que iba conjurando las historias como un antiguo narrador oral...A García Márquez lo rodeó desde muy pronto una leyenda, y como todas las figuras legendarias se instaló en una forma de lejanía muy parecida a la de los muy ricos o los muy poderosos, que siempre están algo distraídos cuando uno los ve de cerca, como pensando en otra cosa, como un poco en otra parte. García Márquez fue desde muy pronto, más que un escritor, un personaje de la literatura.... sus historias tenían una torrencialidad de invención inmediata que nos hacían identificar su voz con la de los magníficos narradores orales de su literatura...En Vargas Llosa lo que uno descubría era el tesón diario del trabajo de novelista. Una novela no procedía de una iluminación arrebatada, sino que era el resultado de una construcción cuidadosa y metódica, en la que el escritor actuaba al mismo tiempo como arquitecto y como albañil y cantero, con una perseverancia que tenía algo de dedicación artesanal y de arduo ejercicio de ascetismo. Por la misma época en la que yo leía y releía "La casa verde" y "Conversación en La Catedral" examinándolas por dentro para saber cómo estaban hechas... cayó en mis manos un ejemplar de "Cuadernos para el Diálogo" en el que venía un largo ensayo de Vargas Llosa dedicado a Flaubert y al proceso de escritura de Madame Bovary. Su efecto fue tan poderoso como el de los cuentos de Borges o los de Onetti, o como el de la primera lectura de Absalom, Absalom o Santuario. Recorté aquellas páginas de la revista y las leí no sé cuántas veces, subrayando casi cada frase con aprobación fervorosa. Lo que hacía Vargas Llosa en aquel ensayo que luego se convirtió en uno de sus mejores libros, "La orgía perpetua", era estudiar Madame Bovary desde el interior de la conciencia del novelista que la iba escribiendo...Uno escribe los libros y no puede saber el lugar que a veces llegan a ocupar en las vidas de otras personas. Las influencias van modelando el estilo, pero también afectan a veces el curso de la vida. Sentado cerca de Mario Vargas Llosa la otra tarde -él en un extremo de la mesa, yo en el otro, acompañando a Víctor García de la Concha- pensé con gratitud, y lo dije en voz alta, que sin el ejemplo de esos dos libros suyos probablemente yo no estaría allí.

sábado, 2 de octubre de 2010

De arrebatos a arrebatos

Del escritor Francisco Martín Moreno (México, D.F, 1946), la colección de historias noveladas sobre la vida íntima de destacados personajes del devenir mexicano, Arrebatos carnales (Planeta, 2009), me ha parecido un malogrado arrebato... de indiscreción . En el prólogo, el autor nos invita a acompañarlo a "descubrir secretos ignorados durante siglos" que él mismo conoció "oculto en armarios o escondido debajo de la cama o en la sala de baño o disfrazado para entrar ..." Así, en nuestros ratos de lectura nos convertiremos en cómplices de una especie de cotilleo. Y como no conozco a nadie que no sea chismoso (a) -admitiendo que hay graduaciones- el tema promete múltiples lectores. De hecho, el libro ha estado agotado y, desde su primera edición en noviembre de 2009, lleva por lo menos cinco reimpresiones. Tal ha sido el éxito que el autor planea abordar -es decir, pillar en diversos arrebatos eróticos-, a otros ilustres mexicanos y mexicanas en sendos libros que han de titularse: Con las sábanas blancas y Con las sábanas verdes (creo le van a faltar las sábanas rojas).
Arrebatos carnales, dice su autor, es el afán de escribir sobre personajes de carne y hueso: me aburrí de estudiar permanentemente a los grandes protagonistas de la historia de México como estatuas de mármol blanco, ...como si fueran semidioses incapaces de tener tentaciones, ni debilidades carnales como acontece en todos los seres humanos... en realidad, la Iglesia ha hecho de nosotros unos muy buenos hipócritas...¿hasta qué punto el erotismo ha logrado cambiar la historia de México? De no haber sufrido la decepción amorosa, Morelos nunca hubiera entrado al seminario, ni conocido al cura Miguel Hidalgo... Es importante conocer a este hombre volcánico, que se enfrenta a machetazos por una mujer, gana el duelo, pero ella lo abandona, dando un giro en la vida personal de Morelos y en el destino de México.
Martín Moreno nos cuenta la "verdadera" historia de Maximiliano y Carlota -él bisexual y ella amante de su guardián,el coronel Alfred van der Smissen-;nos advierte sobre Morelos, su amada, su amante y sus tres hijos; nos describe a Porfirio Díaz en la noche de bodas con su segunda esposa, Carmelita Romero Rubio; nos pone al corriente de lo sucedido en el cuarto de hotel, en Toluca, entre José Vasconcelos y Antonieta Rivas Mercado, y nos alerta sobre el amor de Sor Juana por la XI condesa de Paredes de Nava. Sin embargo, el propio Martín Moreno está consciente de que: toda la historia es cuestionable, la historia es una disciplina dinámica, siempre van saliendo nuevas informaciones, nuevos datos y hechos, por lo tanto uno debe permanecer atento; yo escribí estos Arrebatos Carnales, pero no quiere decir que dentro de 20 años o mañana mismo aparezcan nuevos informes y datos duros que cambien la realidad. Pero ¿a qué realidad se refiere este escritor? Es verdad que él trata de corroborar sus decires mediante algunos documentos e inferencias -así debió haber sido dadas las circunstancias- pero el problema es que "sus momentos íntimos", los que le dan valor a este libro -y, por cierto, también su título- son poco creíbles y no llegan a despertar, por un mal manejo de los diálogos, esa llama que uno espera encontrar. No puede uno creer la escena de amor entre Carlota y su amante, desnudos en un paraje de Chalco al que habían llegado para hacer un día de campo, como tampoco es verosímil la charla entre Maximiliano y Carlota cuando ella le confiesa que está embarazada, o la ingenuidad de Carmelita Romero o el diálogo de Porfirio Díaz con Dios, entre otros episodios. Y no digo con esto que el libro no tenga su valor y que no se preste a sabrosas discusiones de sobremesa, pero... para mis expectativas (sobre todo por haber leído otro libro del mismo autor que me gustó y por estar de acuerdo con él en desmistificar a nuestros personajes históricos) a este libro ¡le faltó!

Y para hablar de otra historia de arrebatos me referiré a la película "Wall Street", un verdadero arrebato, en este caso, de codicia. Resulta que en 1987 -¿quién lo recuerda?- el famoso actor Michael Douglas (que tiene ahora 66 años) ganó un Oscar y un Globo de Oro por su actuación en la película cuyo título es un homónimo de la famosa calle de Manhattan en la que se desarrollan las principales transacciones financieras del mundo: Wall Street. Pues bien, hace unos días se estrenó en varias partes del mundo una secuela de esta película, dirigida también por Oliver Stone (JFK: caso abierto, Nacido el 4 de julio, Platoon) y actuada por el propio Michael Douglas, acompañado por el joven Shia LaBeouf (hijo de Indiana Jones en la última película de Spielberg) y por Carey Mulligan (la actriz de An Education). Wall Street: el dinero nunca duerme (2010)retoma la trama de la primera Wall Street y, veinte años después, la refiere a la crisis económica actual: la burbuja inmobiliaria y sus consecuencias macro y personales. La película trata de tiburones, pero no marinos sino financieros: allí están las mafias, la codicia y la rapidez de los cambios y de las decisiones como parámetros con los que se mueve Wall Steet. Allí no hay querencias, parentescos o amistades, allí lo que impera es la ambición por el dinero. Mediante una fotografía excelente que "mete" al espectador en el Manhattan bullicioso y acelerado, nos enteramos de lo que hacen y deshacen los banqueros en el Olimpo para que, los humildes terrestres, no podamos pagar las hipotecas de nuestras casas. Si sirve de consuelo, ellos también sufren aunque en la escena final, en una evocadora fiesta infantil, los pequeñitos, hijos y nietos de este grupo social que tiene sus oficinas en Wall Street, juegan a hacer pompas de jabón que vuelan por el espacio neoyorkino mientras el espectador no puede dejar de pensar que esas inofensivas esferas transparentes se convertirán en la burbujas inmobiliarias del futuro. O sea que, aunque salgamos de la crisis actual, los futuros banqueros seguirán haciendo de las suyas.