sábado, 30 de enero de 2010

Enganchada

¡Ay, ay, ay! ¡Me he enganchado en la TV! Pues resulta que este lunes pasado empezó en el canal 22 la serie En Terapia y está buenísima. ¡Es todos los días, de nueve a nueve y media de la noche!
Cuando parecía que el formato de las series estaba agotado y era inamovible, llega una nueva propuesta de HBO, ágil e inteligente y... muy intensa. Los actores excelentes (Gabriel Byrne como el psicoanalista y Diane Wiest (Ana y sus hermanas) como la psicoanalista del psicoanalista). Los diálogos, entre sólo dos o tres personas durante media hora, profundos e íntimos.
Cada día el terapeuta atiende a un paciente (cuyo caso continúa, mismo día, la siguiente semana), y los viernes es él quien asiste a una sesión de análisis. Los espectadores somos testigos de confesiones y situaciones complejas que la astucia y entrenamiento profesional del terapeuta van desenredando. Hay que estar preparado para todo, porque la serie parece depararnos lloros, gritos y sombrerazos.
Para mi sorpresa, el productor es Rodrigo García, jóven cineasta (Cosas que diría con sólo mirarla, Nueve vidas y una película por estrenar Passengers), hijo de Gabriel García Márquez.
Y en el cine, desde luego hay que ver en tercera dimensión AVATAR (del francés avatar, y éste del sánscrito. avatâra, descenso o encarnación de un dios. 1. Fase, cambio, vicisitud. 2. En la religión hindú, encarnación terrestre de alguna deidad, en especial Visnú. 3. Reencarnación, transformación). Seguro se va a llevar un montón de merecidos Oscares, sobre todo por los efectos. Para mí, un poco larga y demasiados bombazos aunque por ver la belleza de Pandora (el planeta donde viven los avatares) bien vale la pena aguantarlos.
Continúo:INVICTUS, dirigida por Clint Eastwood y actuada por Morgan Freeman, basada en un libro del periodista John Carlin sobre un suceso real protagonizado por Nelson Mandela, el lider sudafricano es, a mi juicio y entender, una buena película de la que algo se puede aprender, por ejemplo: como ser un verdadero lider. ¿Sabías que durante 27 años que estuvo en la cárcel se dedicó a estudiar a su enemigo (ojo, no a odiarlo), para entenderlo y poder combatirlo? Hay una frase muy buena (que el autor Carlin jura que es verídica), que ha servido para varias discusiones interesantes con mi media naranja, que dice Freeman-Mandela frente a un problema específico: un verdadero lider a veces está en contra de su pueblo y tiene que actuar según su propia y particular visión; tiene que asumir su papel de conductor. El rugby es un tema principal de la película y Clint Eastwood explota lo que de rudo y pedestre tiene este deporte -del que no se nada- para dramatizar la situación política de ese pais en los años noventa.
Y por último, una película oriental llena de premios internacionales: VIOLINES EN EL AIRE (Okuribito en japonés, del cineasta Yojiro Takita). El tema es muy original y lo que en un momento aparece como una situación desagradable y rechazante, el protagonista, un violonchelista, la convierte en poesía y belleza; en arte. El destino juega un papel preponderante en el desarrollo de la trama; si hubiera un narrador seguro que al final de la película nos diría algo por el estilo: aunque a veces no sepamos por qué hacemos tal o cual cosa, llegará el momento en que le encontraremos un sentido a nuestros actos... Creo que, si no vas al cine de malas o de criticón(a), te va a gustar.

sábado, 23 de enero de 2010

los senderos que se bifurcan

Divorcio en Buda, de Sándor Márai, es una gran novela. En ella se conjugan la elegancia de un lenguaje bien trabajado, la trama de un thriller que no te permite desprenderte del libro hasta que lees la última frase y un entramado complejo de voces y tiempos que el autor maneja con gran maestría.

A pesar de que sólo hay cuatro personajes principales, dos descritos por los otros dos, Sándor Márai penetra tan profundamente en cada uno que al lector no le queda mas remedio que, como si fuera un terapeuta, establecer conexiones y vínculos entre ellos para llegar, en el último párrafo, a un equívoco: ¿Para Kristóf Kömives empieza una nueva vida después del relato de su amigo o, por el contrario, la vida continúa y él reafirma sus rígidas convicciones y forma de ver la vida?

Las diferentes voces que manejan la novela –Kristóf, el doctor Gainer y el narrador- lo hacen de manera muy clara y delimitada que no sólo no confunde al lector sino que lo interioriza con cada uno de ellos y con sus circunstancias.

La idea principal de la novela me sobrecogió: Anna Fazekas se da cuenta, al pasar de los años y a pesar de llevar una vida “satisfactoria”, que su destino estaba en otra parte, que lo perdió, y ello la lleva a suicidarse. Hasta aquí parece una historia fuerte sin mayores recovecos pero la insistencia del doctor Gainer por descubrir si era cierto lo que su mujer afirmaba hace que la trama se complique. El tema entonces se vuelve universal y nos afecta a todos: ¿Ha habido algún momento en nuestras vidas que hemos pensado en otras alternativas de acción –como en el caso de Anna y Kristóf-, por poco indicativas que parezcan? ¿Las personas que nos han rodeado han sentido esa misma llamada? ¿Han soñado con nosotros correspondiendo a sueños nuestros? La novela, a mi juicio, trata de las posibilidades que no experimentamos, de los caminos abiertos que no transitamos, de las alternativas que no consideramos y que, ante un recuento de la vida vivida se vuelven determinantes..., para bien o para mal.

Y, cambiando totalmente de tema, aunque -ojo- también tiene que ver con la vida, nada más espectacular que hacer la salsa mexicana frente a nuestros invitados: agénciense un molcajete, que como dije, han de llevar a la mesa y, en plato aparte, un jitomate, un chile serrano y un ajo asados, cilantro y sal. ¡Y a darle al molcajete! Lo vi en un restaurante en Oaxaca y dejaba a todos los comensales muy satisfechos al participar en el aderezo de su comida.

domingo, 17 de enero de 2010

¿CON QUÉ EMPEZAR EL 2010?

Propongo empezar este 2010 con una aseveración (qué mejor): no puedes dejar de leer la novela El hombre que amaba a los perros de Leonardo Padura. El escritor y periodista cubano, reconocido internacionalmente por sus novelas policiacas cuyo detective, Mario Conde, “… no era duro, ni especialmente sagaz, ni siquiera un modelo de conducta…”, pero, eso sí, es un tipo entrañable, publica ahora una novela histórica que estremece. Desde el título te cuestionas: ¿cómo son los hombres que aman a los perros? ¿Hay alguna característica especial que los defina? Y, osada de mí, encontré demasiado rápido las respuestas basándome en los decires populares de siempre: un hombre que ama a los perros es un hombre bueno por naturaleza, transparente, directo. Después de leer la novela, ya pensaría dos veces antes de contestar a mis preguntas. El asunto puede ser más complejo de lo que uno se imagina.

La novela de Padura nos introduce en la vida de (no uno) sino tres hombres que amaban a los perros y le deja la tarea al lector de juzgar sobre la naturaleza y condición humanas de esta trilogía de protagonistas.

Bien escrito y mejor armado, el documento nos refiere a la vida en el exilio de Lev Davídovich Bronshtein, conocido como León Trotsky, cerebro y líder, junto con Lenin, de la Revolución Rusa, y a la de su asesino, el comunista español Ramón Mercader. Ambas historias se mezclan, por razones azarosas, con la de un cubano escritor que, por razones de la vida en Cuba, atiende una clínica veterinaria. Rusia, Turquía, Francia, Noruega, España, Cuba y México son los escenarios geográficos de esta novela histórica, y los años 1929 a los noventas, el escenario del tiempo. Padura, apoyado en una fina investigación, nos lleva de la mano por la Rusia de Stalin, por la Guerra Civil española, por el Nazismo y el Fascismo, por la vida en México de finales de los años treinta, por la Cuba de Fidel. Y logra, con gran maestría, ponernos en los zapatos de tres personajes que han hecho Historia, incluyendo al pueblo cubano. El tema del exilio, tan fuerte y doloroso, es el cuarto protagonista de esta historia novelada.

De verdad, no dejen de leerla y luego la comentamos.

Y por último, una recomendación fílmica para aquellos que tienen hijos mayores (bueno, y también para los que son hijos mayores): Están todos bien, con Robert De Niro. Seguro, no es la mejor película del año pero vale la pena ... quizá para tomar posiciones.