sábado, 18 de diciembre de 2010

Cuentos cortos de Navidad

Primer cuento: Pierre y Danielle

Hace muchos años, en la campiña francesa, rodeados por escenarios bucólicos, dos jóvenes provenzales se conocieron, se enamoraron, se casaron y vivieron... casi felices -a no ser por un maletín que perturbó sus vidas durante años. Ella se dedicó al hogar mientras que él, todo un "manitas", hacía arreglos en las casas de la región. Debía Pierre tener cerca de cuarenta años, ya con dos hijos y un poco entrado en carnes, cuando lo mandaron llamar para un trabajo de electricidad en el "castillo" -mansión construida en la edad media y habitada en esa época por un famoso pintor. Con su alegría de vivir y su gracia personal, Pierre muy pronto se relacionó con los habitantes de la casona. Ellos -una hermosa y cálida señora joven y su anciano marido de redondos ojos y siempre con un pincel en la mano- pronto le tomaron aprecio y para demostráselo le regalaron una maleta con más de cien dibujos de la autoría del viejo excéntrico. Danielle, al ver el obsequio, protestó por la insensibilidad de los "patrones", pues habiendo tantas cosas que se necesitaban en su modesto hogar, esos trazos y esas pinceladas indescifrables, "sin pies ni cabeza", no les servirían para nada. Su enfurruño la llevó a guardar en el ático el dichoso maletín y a maldecir la tacañería de los dueños del palacete. Muchos años después, Danielle, ya encanecida, rescató aquella valija vieja y empolvada y decidió darles a los rescatados bosquejos una utilidad: los enviaría como tarjetas de navidad a niños alrededor del mundo. Mediante algunas organizaciones no gubernamentales consiguó direcciones, compró unos lindos sobres grandes, escribió sobre cada uno de los dibujos: Joyeux Noël y... voilá, los dibujos volaron y los niños que los recibieron fueron muy felices. ¿Qué dices, qué hay otro final para esa historia? ¿Qué el matrimonio ha sido demandado por los familiares del pintor? ¿Qué los cuadros valían una fortuna? ¿Qué Danielle y Pierre, ya viejos, nunca podrán disfrutar del tesoro que durante tantos años ocultaron?

Segundo cuento. Goteras

Los koalas y los canguros se pusieron felices cuando recibieron la noticia de que había nacido aquel niño rubito y de nariz de pompón. Sus padres, auténticos saltimbanquis, precursores del Cirque du Soleil, recorrían el enorme continente con su magnífico espectáculo circense. El pequeño niño fue creciendo entre gente que cambiaba constantemente y no tuvo oportunidad de echar raíces en ningún lugar. Acudió a múltiples escuelas y conoció a millares de niños y a no pocos maestros pero con ninguno tuvo tiempo de intimar. Y a despecho de lo que pudieran pensar algunos pedagogos reconocidos, su educación resultó perfecta para los tiempos que corren: adquirió habilidades que otros no tenían, sobre todo el don de la ubicuidad; podía estar (claro, virtualmente) en muchos sitios a la vez. También hablaba múltiples idiomas, era adaptable a cualquier circunstancia y estaba enterado del acontecer mundial contemporáneo. No sabía mucho de historia ni de culturas antiguas pero era muy bueno en el manejo de las tecnologías modernas; de hecho, era todo un hacker. Julián, que así llamaremos a este testigo y protagonista de los tiempos que corren, gustaba, también, de saber de la vida de otros; era chismoso. Navegaba durante largas horas por el ancho oceáno cibernético (pero no como cualquier novato -como usted o yo), él surcaba los entresijos del universo digital para conocer aquellas historias que no salen a la luz y que se mantienen en el terreno de los secretos, escondidas entre las cloacas. Supo de muchas infidelidades, de traiciones, de preferencias secretas, de desviaciones amorososas hasta que, harto de conocer tanto vicio privado, incursionó en el terreno de las virtudes públicas que prometían horas enteras de diversión. Fue tal su descubrimiento que decidió darlo a conocer, provocando un escándalo mundial que hizo tambalear a las grandes y poderosas potencias al saberse de "sus enjuagues por abajo de la mesa". Respondieron, las naciones más afectadas, con gran furia y se acusó a Julián de irresponsable, de terrorista, de mal ciudadano del mundo y...hasta de violador consuetudinario, pero lo más que pudieron hacer contra él (porque no había hecho en realidad nada ilegal) fue encerrarlo unos días en confinamiento. No contaron, los sagaces políticos, con que el cerebro de Julian hacía sinapsis peculiares (seguramente debido a su pasado saltimbanquesco) y que esos días en soledad, en la cárcel, lo único que hicieron fue potenciar su vocación de chismoso y acrecentar su pasión por el hackerismo. Salió de prisión afirmando: "seguiré adelante con mi trabajo". Sobra decir que a partir de entonces, las cosas de la diplomacia en el mundo cambiaron (se acabaron las cloacas, por lo menos las epistolares) y este episodio quedó registrado en los anales de la historia como "la guerra de las cibergoteras".

Tercer cuento. La ceremonia

Todo listo para el gran día. Los preparativos empezaron un mes antes: dieta rigurosa para perder esos dos o tres kilitos de más, elección y confección del vestido para la ocasión (hechura, color, materiales probados), masajes faciales, relajantes, vigorizantes, hidratantes; tratamientos para el cabello, depilaciones, más todas esas cosas relacionadas con el "verse bien" para la celebración de un gran evento. La peluquera y el maquillista aparecieron por allí temprano, no faltó el buen baño de tina con sales del mar muerto, el desayuno y la comida frugales, el tiempo para la relajación y... llegó la hora. Estaba radiante, como nunca, sentía que todas las miradas irían hace ella; ella, tan bellamente descrita por su marido; todos querrían saber quién era la musa del escritor. Los flashes, las entrevistas, las felicitaciones, llenaron de glamour el lugar y todo sucedió como en un buen sueño. Al día siguiente tenía en sus manos y ante su vista los periódicos y las revistas culturales y sociales que no perdieron detalle del festín. Sólo ella lo notó: los reflectores se habían dirigido a la dama joven de la familia, a la newcomer, a la preferida actual de la socialité, a su espectacular nuera. Y de ella, sólo una o dos menciones y dos o tres fotos. Pero no diría nada al respecto; nadie sabría jamás de su pequeño drama íntimo y, por lo tanto, esta vez, pensaba en su depresión (y en su venganza), no sería tema de ningún bestseller.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Alternativa...

Varios de los sistemas de "televisión por cable" tienen una nueva gracia: una opción que te permite grabar programas para verlos cuando te apetezca. Esto permite a los usuarios hacer una selección previa, por ejemplo, de películas. El asunto tiene además otra preciada ventaja: si en el momento de estar viendo el film o el programa seleccionado no es de tu agrado, lo puedes borrar, es decir, hacer el equivalente a salirte del cine cuando una película te aburre o te desagrada (cosa que pocas veces hace uno, siempre en espera de que la película mejore y no hayamos tirado nuestro tiempo y dinero). Así, ya sólo veo películas que de verdad despiertan mi interés (por cierto, hay tres o cuatro canales que exhiben films europeos y asiáticos de muy buena calidad, que difícilmente los encuentra uno en la cartelera de los cines ¿por qué?). Y todo ello a cuento de que esta semana he visto "tres joyitas" que disfruté mucho. Ahí les van: El hombre de la Embajada (Der Mann von der Botschaft, 2006), un film alemán del director georgiano Dito Tsintsadze (1957). La película ganó el premio al mejor guión en el Festival de Cine de Mar del Plata y, Burghart Klaussner, el actor que protagoniza a Herbert Neumann (el hombre de la embajada), ganó la estatuilla al Mejor Actor en el Festival Internacional de Cine de Locarno. Herbert Neumann es un funcionario de la embajada alemana de Tbilisi, Georgia, -que no es cualquier lugar, es una ciudad devastada y pobre donde la gente no vive, sobrevive como puede. En este escenario, los miembros del servicio exterior son gente privilegiada en cuanto a sus pertenencias materiales pero no en cuanto a sus relaciones, difíciles de construir con los lugareños, aprovechados y recelosos, dadas las condiciones de vida del lugar. Él hace su trabajo de manera casi automática, no hay retos, como tampoco los hay en su vida cotidiana o amorosa. De pronto, un hecho inesperado lo pone en contacto con una niña-niño refugiada -Sascha (Lika Martínova)- con la que empieza a establecer una amistad que cambia la vida de ambos. Valga decir que el espectador no sabe cuáles son las intenciones de este hombre maduro y solitario y, no hay remedio, le pasan a uno por la cabeza los malos pensamientos. De hecho, también así lo piensan varios de los personajes en la propia película y, ni remedio, Herr Neumann es señalado como pedófilo y hasta una banda de maleantes, familiares de Sascha, trata de extorsionarlo con este asunto; mientras, el espectador se debate entre compadecer al personaje o detestarlo . No digo más para no delatar el final (¿será o no será?) pero la historia me dejó cavilando un buen rato. Ojalá la puedan ver. Tan bien actuada y dirigida que a veces parece un documental.
La otra película que les recomiendo es Baile de agosto (Dancing at Lughnasa, 1998) dirigida por Pat O´Connor (Dulce Noviembre 2001, Círculo de Amigos 1995) y con las actuaciones magníficas (como siempre) de Meryl Streep y Michael Gambon. De hecho, todas las actuaciones en esta película merecen un reconocimiento; alrededor de Gambon y Streep brillan otros cinco artistas de primera. En el verano de 1936, en el pequeño pueblo de Ballybeg, en Irlanda, la vida de cinco hermanas solteras transcurre "sin pena ni gloria" mientras que sobre Europa se cierne la sombra de la guerra, que ya ha estallado en España. Una de la hermanas tiene un hijo pequeño, Michael, que de vez en cuando recibe la visita del padre, un idealista, "trasero de mal asiento". El ambiente opresivo propio de las pequeñas aldeas no les impide, sin embargo, desear una vida mejor. Paradójicamente, será un hecho fortuito el que produzca un ansiado cambio en las vidas de estas mujeres: el hermano mayor, hasta ahora misionero en África, vuelve trastornado mentalmente con la intención de pasar sus últimos días junto a los suyos. En su locura, es él quien confronta a las hermanas con sus secretos, sus dudas y sus verdades, creando un cisma familiar. Entre tanto, el padre de Michael anuncia a las mujeres su intención de viajar a España para luchar contra las tropas de Franco. Para el pequeño Michael, narrador de la historia, nada volverá a ser lo mismo. La música de Bill Whelan merece mención especial y el baile en el que las hermanas descargan toda su fuerza, sus deseos y sus frustaciones, el último baile de unión familiar, es para recordar.
Finalmente, Ama de casa, 49 (Housewife, 49, 2006) es una película hecha para la televisión inglesa. Es un drama basado en los diarios de guerra de Nella Last, una ama de casa que, en un pueblo pequeño del norte de Inglaterra (Barrow-in-Furness), escribe sobre su cotidianidad en los años de la segunda guerra mundial, 1939-1945. Resulta que en esa época, se estableció un proyecto (Mass-Observation Proyect) que buscaba monitorear la vida de la gente común y corriente durante la guerra. Nella fue una de las participantes y hoy sus diarios han sido editados y publicados y transformados a la magia del celuloide. Apunto, como dato curioso, que el resultado del proyecto Mass-Observation se traduce en cientos de "diarios" disponibles al público en archivos de la Universidad Sussex, por si es del interés de algún lector-investigador.
La película ganó dos premios de la Academia Británica de Televisión en 2007: "Best Single Drama" y el "Best Actress" para la actriz (muy conocida en Gran Bretaña) Victoria Wood, por su papel como Nella Last. Y aunque la película versa sobre el gran tema de la irrupción de la guerra en la tranquila vida familiar de la provincia inglesa, tiene el acierto de "tocar" con maestría otros pequeños temas como la participación de las mujeres, el cambio en las relaciones de pareja y entre madres e hijos, el miedo, la desolación, la pertenencia a una causa, el sentido de solidaridad. Sin mayores pretensiones, gran película.

sábado, 4 de diciembre de 2010

¿las fuerzas del bien contra las del mal?

Hace unos días asistí a la presentación del libro Crónica del delirio de la escritora Adela Salinas (Ciudad de México, 1968). Adela rescata al olvidado pintor francés Paul Antragne, que vivió y murió en México, casi sin dejar huella de su obra, excepto para quienes fueron sus cercanos. En esta biografía novelada a la que Adela dedicó parte de su tiempo de los últimos dicisiete años, aparece un personaje perseguido por múltiples "demonios" que no se traducen más que en soledad y falta de apoyo emocional. Nos dice Adela: ...(Paul) comprendía que sólo a través del diablo podía purificar su miedo y ser acreedor a los brazos de Dios. Siempre vivió con miedo y supo, desde temprana edad, que sólo enfrentándolo era como se podía vencer.
Cuando Paul apenas cumplia los ocho años de edad, en su natal Francia, se encuentra envuelto en una situación incomprensible para un niño: bombardeos, escasez de comida y muerte. La Segunda Guerra Mundial había comenzado y el nombre de Hitler, acompañado de maldad, devastación y miserias, se posesionó de los sueños del infante. Su padre marcharía al frente de combate, del que nunca regresó, y él se quedaría con su madre, para ser evacuados a un lugar extraño, con gente y costumbres diferentes a las suyas; a los diez años pisaba tierras argelinas. Su madre, debilitada y empobrecida, muere en sus brazos y el niño queda paralizado de terror: sin un recuerdo, sin una foto, sin una historia infantil. Es enviado a vivir a un pequeño pueblo al sur de Francia con una tía aristócrata, hermana de su madre. El niño deseaba encontrar allí el calor que tanta falta le hacía y aunque se le dota de todo bien material, las caricias y el amor maternal le son negados. Descubre entonces el surrealismo y a los poetas malditos (Baudelaire, Rimbaud, Bataille y Mallarmé) : ...a sus diez, once, doce años, ya entendía lo que estos libros ofrecían ...el mundo se caía a pedazos delante de sus ojos asombrados e inundados de llanto y silencio sepulcral...
A los 21 años se enlista en las filas de la Legión Extranjera,¡para ir a Argelia! Fue a su regreso de África cuando decide tomar el camino de la pintura; poco después viaja a Estados Unidos y de allí a México, país en el que sus relaciones lo conectan con un grupo de intelectuales locales. Ya no volvería a vivir en ningún otro país hasta su muerte -a los sesenta y un años-, provocada principalmente por un problema de alcoholismo y de las miserias que este mal lleva consigo. Durante su vida en México se dedicó a ser un enfant terrible, dispuesto siempre a épater les bourgeois, que escandalizaba con sus excesos, sus exóticas cenas y sus provocativos cuadros, a propios y extraños. Su obra, perturbadora, se encuentra diseminada entre coleccionistas particulares y mucho me temo que no pasará "la prueba del tiempo". Adela Salinas trata de revivirlo para darle el matiz de un hombre confrontado entre las fuerzas del bien y del mal que, en nuestro país, tuvo sus seguidores, algunos de ellos personajes conocidos en los ámbitos de la cultura, la ciencia y el arte, a los que convocaba para invocar (¿y enfrentar?) a las fuerzas del mal.
Por mi parte pienso que allá cada quien con sus tormentos y sus búsquedas, con sus claro-oscuros, con sus misterios y sus cadáveres en el closet; no juzgo pero no tomo partido por este personaje, aunque puedo reconocer que no dejaba de tener ciertos destellos que, para algunos, lo hicieron atractivo. En cuanto a su pintura, llena de monstruos y horrores (aparecen varios grabados en el libro), me resulta, por decirlo de alguna manera, inocente y con el claro mensaje de asustar, de ofender, de pertubar.
En la presentación del libro, la autora hizo hincapié en que la vida de Paul Antragne fue una búsqueda de "la luz que se esconde dentro de la oscuridad"; del bien a través del mal. Y me pregunto: ¿habrá tal cosa?.
En fin, que es la escritora mexicana Rosa Beltrán la que me saca de dudas (y de aprietos) con un simpático cuento (El salto evolutivo, Revista de la Universidad de México, núm 80, octubre 2010) en el que trata el tema del bien y del mal de manera deliciosamente irónica; el cuento es, nada más y nada menos que "el desafío de una mujer y sus terapeutas que se convierte en una polémica entre Darwin y Freud". Así, la protagonista acude al sicoanálisis porque no encuentra solución a sus problemas siendo que está segura ...de haber jugado limpio; soy buena en el buen sentido del término. Después de recorrer varios divanes, ella siente que ni siquiera los terapeutas la comprenden. Finalmente llega con el doctor Pi, que de inmediato le "da buena espina", tanto así que sólo él llega al meollo del asunto: Mi problema era, (dice la protagonista, guiada por su preclaro terapeuta) que sólo me había situado de un lado de la ecuación: la bondad. Yo había sido la buena, "ergo", la víctima y a los buenos nunca les va bien en los cuentos..."Haz el bien y no mires a quién" es un enunciado que adolece de un defecto grave -dijo (el doctor Pi)- carece de dirección...si decimos (continuó Pi), no hay mal que por bien no venga, algo que no tiene un fundamento, podríamos afirmar con la misma seguridad que no hay bien que por mal no venga...la bondad puede recibir otros nombres, para Schopenhauer también se llamaba cobardía y Séneca la ve como pusilanimidad...Usted justifica su fracaso poniéndole el nombre de bondad. ¿Y cómo curarse entonces de ese mal (del mal de ser tan buena)? El acertado sicólogo le recomienda ver películas de Bette Davis, a la vez que le hace la siguiente reflexión: hay especies de esporas que evolucionan gradualmente de un estado concreto a otro cualitativamente distinto para sobreponerse a medios adversos.¿Y por qué va a mostrar mayor inteligencia una espora? ¿Qué sentido tendría que una espora estuviera mejor dotada que usted? Y así, de Freud, con el mismo tono irónico, la escritora "salta" hacia Darwin. ¿Logrará la paciente evolucionar como la espora y ser mala? El cuento termina con una frase críptica: Habíamos alcanzado (el doctor Pi y ella) el punto de equilibrio. Saque usted sus propias conclusiones.
Entre el delirante Paul Antragne y el sesudo doctor Pi y su chalada paciente, me quedo con estos últimos.

Nota de última hora: En definitiva todo sigue igual con respecto a la ortografía del Español. Las 22 academias del español reunidas en la FIL de Guadalajara votaron por unanimidad dejar las polémicas propuestas en sólo recomendaciones que se recogerán en la Ortografía que publicará la editorial Espasa Calpe. Uf, resonó un respiro general en el mundo hiapano hablante.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Chale con la Real Academia Española

Con gran escándalo, hace unos días se leía en los periódicos:...la Real Academia Española (RAE) elimina la "Ch" y la "Ll" del diccionario. Carambas, fue mi primera reacción, se darán cuenta estos académicos de que la "Ch" es para nosotros, los mexicanos, como la españolísima "ñ", para ellos. ¿Qué vamos a hacer? Para empezar, ¿cómo hemos de sustituir nuestra palabrota preferida (chingar) -con sus múltiples interpretaciones y usanzas locales; chale con la RAE -, cómo vamos a expresar que algo está chido, que la pelota hizo un chanfle, que quieres chalupas de pollo, o que fulana es muy gacha? Pero no, la realidad era muy otra. La RAE ha emitido una serie de reglas que, a mi juicio, parecen tener sentido, pese a algunas excepciones que para mi gusto deberían quedarse tal y como están, a saber: se quita el acento de la palabra "solo". Este acento me parece que tiene bien definida su función ya que si se usa como adverbio -voy sólo si están de acuerdo (o sea, si están de acuerdo iré)- se interpreta de manera diferente a si lo utilizamos como adjetivo: voy solo si están de acuerdo (iré sin compañía); ¿verdad que quitarle el acento se presta a confusión?
Tampoco estoy de acuerdo con la regla que dice que no más acentos a la letra "o" entre números. Y para rebatir la propuesta de la RAE, traigo a colación el conocido cuento del ricachón latinoamericano que mandó pedir a la India uno o dos changos para su jardín, y que escribió 102 en lugar de 1 ó 2 y claro, luego no sabía qué hacer con tanto monito.
Pero por lo demás, creo que no hay ningún problema y que la RAE (que como hemos de recordar limpia, fija y da esplendor) ha tratado, con estas medidas, de unificar criterios, lo cual está muy bien para darle consistencia a nuestra bella lengua:
La “i griega” pasa a llamarse “ye”. Así, desde ahora, la “y” será la “ye”, la “v” será “uve” y la “w” será “doble uve”, la “b” y la “i” dejarán sus apelativos de “be larga” e “i latina” para ser, simplemente, “be” e “i”. Con este cambio, los escritores españoles Juan José Millás y Soledad Puértolas pegaron el grito en el cielo, según leí en la prensa. Yo no le veo mayor objeción.
La Ch y la Ll dejan de ser letras del alfabeto
La Ch y la Ll eran consideradas letras en sí mismas desde el siglo XIX. El nuevo diccionario las suprime y sus entradas aparecen en la C y en la L, respectivamente. El alfabeto contiene, pues, 27 letras.
Éste y este. Se quita el acento en los demostrativos (este/éste), aunque la RAE especifica que será opción de cada persona usar o no los tildes.
“Ex”, “anti” y "pro” ya no estarán separadas de la palabra que los precede. Ahora, “ex”, “anti” y pro” ya no son preposiciones (debían escribirse separadas de la palabra que las precedía), son considerados como prefijos, por lo que se escribirán unidos a la palabra que les precede como, por ejemplo, exmandatario, antideportivo, provida.
Guión… ya no lleva acento. Todos los monosilábicos no llevarán acento aunque terminen en vocal o bien n/s. Es considerado, de ya, como una falta si se escribe truhan con el acento.
La Q pierde fuerza. Qatar, Iraq o Quórum serán Catar, Irak y Cuórum (no me pregunten por qué) y la “q” sólo se reservará para la “ue” e “ui”, como en “que” o en “quiere”. "Insistir en las grafías anteriores se considerará tan extranjerismo como New York".
El conocido escritor Arturo Pérez Reverte, por cierto miembro de la RAE, ha declarado que... se revisen o no se revisen algunas de las modificaciones de la nueva "Ortografía de la lengua española", yo como escritor y académico seguiré escribiendo "guión", "truhán" y "sólo" con acento cuando sea necesario...(¡vaya con don Arturo!).
El día 28 de noviembre se reunirán (en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara) las 22 Academias de la Lengua Española para el debate final. Como se ve (aunque la polémica seguirá, faltaba más) no creo que haya grandes daños que lamentar y me parece que, otra vez, la prensa le dio un sesgo amarillista a lo que pudiera calificarse de ocre oscuro.

sábado, 20 de noviembre de 2010

A SALTO DE MATA

Si alguien está interesado en saber quién era quién en la época de la Revolución mexicana, de 1910 a 1915, no debe dejar de leer el libro A salto de mata (Tusquets, 2009), de la investigadora Susana Quintanilla (ciudad de México, 1956). El libro se anuncia como una biografía de Martín Luis Guzmán, y de hecho lo es, pero también es más que eso. Las cuarenta y nueve hojas de bibliografía consultada por la autora avalan lo anterior. Susana Quintanilla ha hecho una magnífica y detallada investigación alrededor de la vida del escritor y al hacerlo ha retratado a muchos otros personajes principales de la contienda bélica por la que atravesó el país en esos años. También la doctora Quintanilla hurga en los años anteriores a la Revolución y, más allá, nos brinda un buen retrato del padre de Martín Luis, el coronel Martín L. Guzmán Rendón, nacido en Mérida en 1853, personaje controvertido; poco conocido y escasamente reconocido por sus méritos en el desempeño de su labor dentro del ejército mexicano.
Mientras que El águila y la serpiente y Las memorias de Pancho Villa, las dos principales obras escritas por Martín Luis Guzmán, nos dan cuenta novelada de los personajes y acontecimientos de aquellos años, la investigación de Quintanilla nos lleva a los datos "duros", a los hechos, a las relaciones y a las contradicciones entre los archivos documentales y la memoria del autor, tamizada por los años transcurridos entre lo vivido y lo escrito.
La investigadora acierta al llevar al lector a fijarse en los detalles que permitiron -u omitieron- tal o cual situación, tal o cual acción. Queda muy claro en esta investigación que aunque el factor suerte -buena o mala- juega un papel muy importante en el rumbo de la vida de Martín Luis Guzmán (¿y de quién no?), éste tenía, desde temprana edad, la idea de ser escritor. Dice Quintanilla: ...cumpliría 26 años el 6 de octubre de 1913. Tenía dos empleos, la misma cantidad de hijos y una columna literaria que, una vez pulida, podría llegar a ser una obra de mayor alcance. Se sustrajo del caos que lo rodeaba, se rodeó de referencias bibliográficas y de amistades intelectuales, y se dispuso a escribir. En medio de estos afanes fue creciendo en él la exigencia de abandonar todo, paisaje, familia, aires y comida, y de cambiar hasta de amigos. Sin embargo, "el caos en el que vivía" no le permitió conseguir en ese momento su afán y no sería hasta un tiempo después que se dedicaría a cumplir con su destino.
Varios son lo pasajes del libro de Quintanilla que llaman la atención y despiertan el interés pero para mí, los de mayor trascendencia son, por un lado, la lucha personal del joven Guzmán por encontrar sentido a su participación en alguno de los grupos revolucionarios - que eran muchos- y, por otro, su relación con Francisco Villa, un personaje tan alejado de su propio mundo y de sus convicciones y concepciones: un jaguar, como lo describiría en El águila y la serpiente.
En relación con su lucha interna, Quintanilla afirma que Guzmán utiliza un artilugio político y literario para lograr la paz consigo mismo. Existe una carta, no apócrifa pero sí engañosa, ... para dar mayor autenticidad a los últimos episodios del "El águila y la serpiente": ...y (para) acallar las murmuraciones acerca de la actuación de Guzmán en la escena revolucionaria de 1915. La autora nos dice que:...vista de este modo, la carta es...la experiencia de un joven que pasa de las aulas universitarias a pleno movimiento armado. A lo largo de 18 meses el novicio descubre las maravillas y los tormentos de este mundo, la naturaleza salvaje de las criaturas que lo habitan y la incompatibilidad entre ellas y su propio ser. Entonces decide partir al extranjero y honrar de esta forma los valores que lo habían impulsado a correr la aventura. Rompe sus lazos con los distintos bandos en pugna para no traicionar a ninguno de ellos y mantener vivo el espíritu original del levantamiento en contra de Victoriano Huerta.
En cuanto a su relación con Villa, son de rescatar dos momentos principales: la forma en la que lo conoce, descrita magistralmente en El águila y la serpiente, y la situación en la que, sin decirse adios, sino hasta luego, se da la última reunión de estos dos personajes. Ese último día, Villa, en lugar de fusilar a Guzmán - gran incógnita para el escritor durante toda su vida- le dice: Siéntese, siéntese, amiguito, no me cuente sus derrotas... y después de escuchar lo que Guzmán tiene que decirle sobre la salida de Eulalio Gutierrez y otros personajes del momento, le ofrece el puesto de secretario particular. Guzmán pone como condición ir a buscar a su familia, Villa le concede esta petición y él aprovecha la ocasión para huir de las garras del jaguar e internarse en Estados Unidos, y de allí a Europa.
El epílogo es mío: de lo vivido por Guzmán a salto de mata en esos años, de su ágil pluma y de su fina imaginación nace, por un lado, un gran escritor y, por otro, un mito, un héroe de papel: Pancho Villa, el Centauro del Norte.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Arre que llegando al caminito...

Para ilustrarme. Tener en tus manos un libro bello, no tiene precio, es un placer. En estos días he tenido la oportunidad de hojear un placentero libro que se relaciona con una pregunta que hice hace tiempo en este mismo blog: ¿qué pasó en México con los trenes? (y hoy agrego, ¿por qué se estancó el desarrollo ferroviario?¿por qué en México no viajamos en el medio de transporte más cómodo, agradable y civilizado que existe?) El libro en cuestión se titula Los ferrocarriles mexicanos en el arte y en la historia (1994). Es este un libro de formato grande, de pasta dura, de hojas de papel couché y con múltiples -y excelentes- fotografias e ilustraciones. La iniciativa de elaborar este libro correspondió a Jorge Tamayo, en ese entonces director general de Ferrocarriles Nacionales. La coordinación estuvo a cargo de Leonor Ludlow y participaron en la investigación personajes de la talla de Marcela Fernández Violante, Carlos Montemayor, Luis Rius y Alfonso Morales, entre otros.
La idea de intercalar la parte histórica del tema, que por sí solo pudiera resultar aburrida para los no iniciados, con la problemática social de los diferentes momentos; con la pintura, la música, el cine, la escultura y la literatura, de diferentes momentos del acontecer mexicano, hacen que de inmediato el lector se sienta identificado y curioso.
Lo que he concluido despues de leer el texto y de ensimismarme con sus fotografías -que por cierto dicen mucho de lo que allí pasó- es que de 1837, cuando el presidente Anastasio Bustamante otorga la concesión para la construcción de un ferrocarril en México, a 1880, se tendieron 1,073 kilómetros de vías férreas y en los siguiente cuatro años este número se incrementó a 5,731 kilómetros. El ferrocarril estaba en auge y el país empezó a comunicarse mediante un medio moderno y eficiente; sin embargo: ...durante los años del progreso nadie hubiera pensado que el mismo vehículo de interacción y cohesión política sería años más tarde el difusor de la insurrección contra ese régimen que ponderó el ferrocarril como bastión del crecimiento económico y la estabilidad política alcanzada. No es exagerado pensar que la campaña que Francisco I. Madero inició en junio de 1909 encontró su apoyo esencial en el ferrocarril. Y los años y los personajes que siguieron también tuvieron como apoyo este medio de transporte. Y claro, ya para el año de 1922: ...la deuda ferroviaria pasó a ser la mitad de la deuda nacional, es decir, la Revolución tuvo su efecto en los ferrocarriles.. En 1933 se funda el primer sindicato de este gremio y en 1937, el presidente Lázaro Cárdenas decreta la nacionalización de Ferrocarriles Nacionales. Entre 1942-45 se repararon o sustituyeron tres mil kilómetros de rieles y durmientes, y de 1947 a 1955 se repararon 3,631 kilómetros de vías férreas y, se dice en el libro,que de 1950 a 1960 se construyeron cientos de kilómetros de vías. A partir de la Revolución Mexicana, de 1910 y hasta 1996, el gobierno fue propietario y responsable de la operación de la red ferroviaria que existía en México, a través de Ferronales. En el año de 1996, el gobierno estableció un programa para privatizar su sistema ferroviario al dividir Ferronales en diversos sistemas regionales, para posteriormente vender las sociedades concesionarias de cada sistema, mediante licitaciones públicas.Conforme a la publicación “The Railroad Facts” de la Association of American Railroads, Ferromex es hoy el operador ferroviario más grande de México, en términos tanto de cobertura por número de kilómetros como de número de carros usados en la prestación de sus servicios, principalmente servicios de carga general e intermodal por ferrocarril, al igual que otros servicios auxiliares, que incluyen el transporte de pasajeros (casi inexistente), arrastres intraterminal y servicio de terminales automotrices, entre otros. Ferromex cuenta con la cobertura más grande del sistema ferroviario mexicano con 7,108.6 Km. de vías principales y 1,001.9 Km. de ramales ( haga usted cuentas de su crecimiento en cien años).
Lo que se omite en el libro (y que fue la puntilla para el desarrollo ferrocarrilero) es la gran huelga organizada por Demetrio Vallejo que paralizó al país, en la época del presidente López Mateos.
Lo que siguió, tuvo sus altas y sus bajas y sus intentos de revivir al muerto; los especialistas dirían que es un problema multifactorial. Estando de acuerdo, yo lo resumo como: desazón y abandono (baste ver las fotos del libro). Y no puedo dejar de pensar: ay, no nos vaya a pasar lo mismo con otras industrias importantes mexicanas que van por el mismo camino; y haciendo una mayor abstracción, pienso, ¡ay no nos vaya a pasar lo mismo con la educación!
El sistema de ferrocarriles en México es ya una entelequia; asumámoslo. Su futuro lo destina como un servicio de segunda o de tercera. Sin embargo, el libro al que he hecho referencia es un gozo que despierta muchas nostalgias.

sábado, 6 de noviembre de 2010

De aquéllo y de esto

¿Te acuerdas?: en 1972 se estrenó la película Sleuth (La huella, en México) protagonizada por Sir Laurence Olivier y el conocido actor Michael Caine. El guión, tomado de la obra teatral de Anthony Shaffer, fue adaptado y dirigido por Joseph L. Mankiewicz (quien con esta película terminó su profusa carrera fílmica); como resultado de esta combinación, la cinta logró ser nominada para cuatro Óscares. Años después -tantos como ¡treinta y seis!-, en un "remake" adaptado en esta ocasión por el dramaturgo, guionista, actor, director, poeta y merecedor del premio Nobel 2005, Harold Pinter, Michael Caine protagoniza al personaje de Olivier (Andrew) y Jude Law (Milo) al que hiciera Caine, más de tres décadas atrás. ¿Y la dirección de este reto? pues a cargo, nada menos, que de Kenneth Brannagh, el adaptador de Shakespeare al cine. Solo a este cuarteto (Caine-Law-Pinter-Brannagh) se le pudo ocurrir retar a los gigantes de la primera versión de Sleuth. Además, a esta temeridad, hay que agregar la dificultad propia de la obra: un thriller en el que se establece un duelo histriónico entre los dos actores. Genial. Pues bien, ahora en México hay otros tres valientes que se "avientan" a poner en escena la obra de Shaffer: Daniel Giménez Cacho, José María Yazpik y el director, Enrique Singer (Los Baños y Oleanna).
Juegos Siniestros, como se ha traducido el título de la obra para esta puesta, estará en la cartelera teatral unas cuantas semanas más, según se anuncia. ¿Qué decir de esta nueva versión, habiendo visto las dos adaptaciones mencionadas? Pues yo le pondría "palomita", es decir: me gustó la adaptación, la encontré fina, sin chistes baratos fuera de lugar; me gustó también la dirección, sin grandes estridencias como suele suceder con los actores mexicanos. La escenografía es ingeniosa y resuelve muy bien la monotonía que pudiera producir el que la acción transcurra en un mismo sitio y solo con dos personajes. Por lo que toca a la actuación, los roles de los intérpretes exigen una gran agilidad física y mental de la que hacen gala tanto Giménez Cacho como Yazpik. Ambos actores logran llevar la obra al terreno del duelo de actuaciones que tanto se cuidó en las dos versiones fímicas. En cuanto a la trama, les adelanto algo, eso sí, sin revelar el final: Andrew (Giménez Cacho), es un escritor exitoso de novelas policiacas, de edad madura, que invita a su casa a tomar un trago al joven Milo(Yazpik), dueño de un salón de belleza; a primera vista ambos personajes no tienen mucho en común pero las apariencias engañan (como pasa todo el tiempo en la obra)...a las primeras de cambio, surge el meollo del asunto: Milo es amante de la mujer de Andrew y...
Toda proporción guardada, la versión mexicana de Sleuth, vale la pena verse.

Y lo que me ha dejado dudas es el libro Viaje por la historia de México (2010), editado por Fondo de Cultura Económica y publicado para conmemorar el bicentenario de la Independencia de México y el centenario de la Revolución mexicana. Este libro ha sido "rescatado" (como dice en el prólogo el Presidente Felipe Calderón) de una primera edición que llevó por título Álbum de historia de México (1997, Clío) del finado y distinguido historiador y estudioso, Luis González y González. Pues resulta que compré el citado libro y ahora me entero que la idea del gobierno, al cual le cedió la editorial Clío los derechos de autor, es que cada famila mexicana reciba en su hogar -por correo postal- un ejemplar gratuito (se hizo un tiraje de más de 27 millones de ejemplares, según se dice en el portal de la Secretaría de Educación Pública). Pero esa no es toda mi congoja: en esta nueva edición parece ser que hubo algunos ajustes y arreglos. Por desgracia no he podido conseguir el original que dio pie a este nuevo álbum para poder hacer las comparaciones necesarias, pero aún así me voy a atrever a hacer dos o tres críticas que no se a quien correspondan, si a la coordinación editorial de esta nueva versión o a la original de González y González; en cualquier caso ojalá me perdone don Luis por mi osadía.
En la Presentación a cargo del autor (me imagino que es la original correspondiente a Álbum de la ... ya que el maestro González y González murió en el año 2003) éste nos dice: El álbum no trata de recrear las glorias de nuestra historia de bronce, más bien es un recorrido por nuestro pasado a través de aquellos personajes que fueron representativos de una época o tuvieron especial relevancia en algún momento ...Habrá quien pregunte por la ausencia de algún prohombre ...o critique la inclusión de personas que no sean de su agrado...La elección podría parecer arbitraria, y lo es, pero hay que recordar que una de las características de la historia es que cada persona la ve desde una perspectiva diferente... Y claro, como dicen, sobre advertencia no hay engaño, pero yo, erre que erre, insisto en apuntar que ni están todos los que son ni son todos los que están.
Me llamó la atención, por poner un ejemplo, la inclusión de Napoleón Bonaparte y también, aunque por otras razones, la de René Drucker Colín. De Francisco Villa se dice que era bandolero, agricultor y comerciante (?) y, en cuanto a ausencias, parece no haber habido más que dos mujeres notables en el paisaje histórico mexicano, de los varios siglos que se consignan en el libro (y, por supuesto, no estoy de acuerdo). Dice el presidente Calderón en el citado prólogo: Ojalá las familias disfruten un paseo por el pasado y encuentren hospitalaria su visión generosa, plural, abierta y constructiva. En fin, esperemos que así sea, que Viaje por la historia de México cumpla con su propósito, eso sí, siempre y cuando su lectura sea crítica.

sábado, 23 de octubre de 2010

El fukú

La lectura de la novela La maravillosa vida breve de Óscar Wao, me resultó una experiencia fantástica, portentosa, fascinante; es decir, maravillosa, como su título promete. Su autor, Junot Díaz, es un joven dominicano-americano (nació apenas en 1968) que logró con esta novela obtener el premio Pulitzer 2008, el National Books Critics Circle Award de ese mismo año y ser nombrada la mejor novela de 2007 por las revistas Time y New York Magazine; casi nada. Los personajes se mueven por la novela con un fino sentido del humor (humor negro) y con soltura y gracia en el lenguaje que utilizan, en el que se mezcla el argot juvenil que usan los bróders y los goth -con sus héroes y monstruos de videojuegos-, la jerigonza de los dominicanos de la isla y la que en el Bronx despliegan los dominicanos-americanos. El autor también emplea con maestría, para adentrarnos en lo que nos quiere decir, varias voces narradoras y una estructura novedosa en la que el relato de la vida de Óscar se entremezcla con en el pie de página, espacio que utiliza, de manera paralela, para contarnos la historia de la República Dominicana en la época del nefasto general Trujillo.
Yo había pensado que después de publicada La fiesta del Chivo (Vargas Llosa, 2000), nadie tendría la osadía de escribir algo sobre los horrores del gobierno de Rafael Leónidas Trujillo-qué más podría agregarse- pero, héte ahí, que el joven Díaz se arriesga y el resultado es una novela fresca, novedosa, generacional y que ha de resultar interesante no solo para los adictos a las novelas si no también para lingüistas, filólogos y sociólogos.
La historia va y viene en el tiempo de la familia Cabral: desde el abuelo Abelard hasta Óscar, el nieto, el antihéroe, un nerd obeso que escribe poesía y ve programas de TV británicos bastante nerdosos. A Óscar le ha caído el fukú (...se cree que fue la llegada de los europeos a La Española lo que desencadenó el fukú en el mundo, y desde ese momento todo se ha vuelto una tremenda cagada...) y no tiene éxito con las mujeres, siendo que él es un adolescente muy enamoradizo. La trama, que parece una comedia y a ratos te hace reír con gusto, tiene el trasfondo trágico, tragiquísimo, de un drama familar que se inscribe en el drama de los dominicanos.
En entrevista, Junot Díaz dice que: "en realidad no intenté escribir La maravillosa vida breve de Óscar Wao. Lo que yo quería escribir era Akira (el clásico de dibujos animados) del tercer mundo y durante un par de años eso fue lo que hice: tratar de escribir un libro que como un idiota me empeñaba en llamar The Secret History... acerca de la destrucción de Nueva York por un psíquico terrorista ... pero ocurrió el 11/S...la creación de arte es algo misterioso. Quizá yo hubiera terminado The Secret History si hubiera sido más fuerte y más listo y no me hubiera cagado de miedo. Pero la salvación nos llega por diversos caminos. Cuando estaba intentando escribir The Secret History, me otorgaron una beca Guggenheim y viví un año en México, D.F., tratando de escribir... me enamoré de la que pensé (y todavía pienso) era una de las ciudades más maravillosas del mundo. Como vivir dos vidas en una. En fin, una vez después de una noche de rumba me encontré...escuchando música y hablando mierda cuando por casualidad agarré una copia de La importancia de llamarse Ernesto y pronuncié el nombre de Oscar Wilde en dominicano y lo que salió fue Óscar Wao... y en la noche cuando estaba echado en la cama pensando en la chica de la que estaba enamorado, una fresita cuya familia era de Cancún, tuve la visión de un pobre nerd negro y jodido del gueto llamado Óscar Wao, el tipo de nerd del gueto que habría sido yo si no me hubieran “descubierto” las chicas el primer año de high school. Óscar saltó de la sombra y de repente me di cuenta de que podía escribir una novela entera acerca de un chico dominicano que no conquista a las chicas, que no puede bailar, que es el opuesto de todos los estereotipos que tenemos los dominicanos de lo que son “nuestros hombres”. Óscar no iba a ser el caribeño sexy por el que la industria del turismo vive y muere. Me di cuenta de que podía escribir acerca de este chico nerd que vive obsesionado por la historia y por las chicas, que sólo es bueno para la fantasía y para la ciencia ficción y que sin embargo (trágica, cómicamente) pertenece a una comunidad y a una cultura que propiamente no se enloquece por los nerds de color ni por sus intereses. Entonces lo hice. Escribí la novela de Óscar. Me llevó siete años y muchas lágrimas pero ahora está terminada y no puedo imaginarme de dónde saqué la fuerza para superar una novela fallida y lograr terminar otra. ... la lección es: atención a los libros que se encuentra, pueden salvarle la vida"
Interesante ¿no? Por cierto, si alguna vez sospecha usted que le ha caído el fukú, no se detenga y diga enérgicamente Zafa seguido del cruce de los dedos índices; esto evitará que la maldición caiga en usted o en su familia. Lo dice Óscar-Junot.

sábado, 16 de octubre de 2010

El mago de Amos Oz

Hoy regreso al escritor Amos Oz, con su libro La caja negra (1987), esa caja que llevan los aviones con el fin de que, en caso de accidente, haya un testigo de las causas que lo motivaron y un testimonio de los últimos momentos previos al percance. De ser necesario recurrir a la caja negra, ésta producirá una historia lacónica, telegráfica, siempre escalofriante y, finalmente, determinante: el desenlace previsto. En su caja negra, el mago de Oz, nos ofrece una historia de "familia" sin ambages, descarnada, que llega hasta nosostros en forma epistolar. Amos Oz escogió quizá la forma más difícil para abordar una narración: las cartas son una especie de marco que acota la realidad; que la filtra, la subjetiviza y, para bien o para mal, la distorsiona. La forma epistolar convierte al lector en un verdadero voyeur, al que siempre se le oculta algo y no tiene la posibilidad de preguntar dada su condición de infractor. Pero creo que de eso se trataba, de presentar a unos personajes que el lector de inmediato odia o adora, pero que al irse definiendo le aportan nuevos elementos para ir variando su apreciación y su posición, a sabiendas de que hay información crucial que no le será revelada.
Querido Alec: Que no hayas destruido esta carta al reconocer mi letra en el sobre prueba que la curiosidad es más poderosa que el odio. O que tu odio necesita carne fresca. Así empieza La caja negra, y el lector queda atrapado entre estas frases y no tiene ya más remedio que seguir leyendo lo que augura un desenlace previsto que no por ello deja de ser sorpresivo. Alec e Ilana no se habían tenido contacto en los últimos siete años, desde su divorcio. Se separaron en condiciones brutales, de gran crueldad. Él es un famoso estudioso del fanatismo, vive en Estados Unidos, mientras que ella se quedó en Israel y se volvió a casar con un ortodoxo. Alec e Ilana tienen un hijo en común, Boaz, que el padre ha ignorado durante todo ese tiempo para castigar a la exesposa. El chico es un joven problemático que no logra encontrar su camino en la vida y ese es el motivo de la primera carta en que Ilana le pide ayuda al hombre que alguna vez amó... Intervienen también en la novela, en la correspondencia epistolar, Boaz, por su puesto, que en sus escasos años ha logrado captar el ambiente "familiar" amplio: Los judíos viven de la Torá, de la política, de discursos y discusiones, en vez de vivir de la vida. Ocurre lo mismo con los árabes. Han aprendido de los judíos a consumirse de tristeza y consumirse unos a otros y consumir personas en vez de comida corriente ; Michael, el marido de Ilana, que representa a la parte de la sociedad judia ortodoxa (a la que Amos ha combatido por su intolerancia durante toda su vida-con su posición pacifista-), y el administrador de los bienes de Alec, un viejo amigo de la familia que introduce una buena dosis de la mezquindad de todo el asunto.
Una novela profunda, desgarradora, muy bien escrita, ingeniosamente estructurada, alertadora de intolerancias; donde el odio y el amor -el hielo y el fuego-, se confunden. La literatura de Amos Oz nos habla de lo íntimo, de lo individual, de lo local, siempre en el contexto de un mensaje: "la paz en los tiempos de guerra". Este autor ha sido varias veces postulado para el premio Nobel de Literatura y, a mi juicio, creo que ya se están tardando en dárselo. Este libro, en particular, es, como dicen los anglófilos: a must.
Me parece correcto terminar el día de hoy con algo que dijo Amos Oz sobre la intolerancia: ... la literatura te introduce en la vida privada de las cosas, en sus secretos, y entonces es mucho más difícil odiar. Para mí, por ejemplo, la traducción más importante de este libro que acabo de publicar es la traducción al árabe. Los lectores del mundo árabe que lean mi historia no tienen que sentir rechazo ni tampoco tiene por qué gustarles, pero sí tienen que saber cómo y por qué o cuáles fueron las razones.
Nota de última hora: Hoy se ha dado a conocer que a Hernán Lara Zavala, narrador, ensayista, editor, profesor mexicano y buen amigo, se le ha otorgado el premio Real Academia Española 2010. Su novela Península, península, tomen nota, es otro must. ¡¡¡Enhorabuena!!!

sábado, 9 de octubre de 2010

Mario Vargas Llosa

MARIO VARGAS LLOSA

Hoy, al igual que muchas otras personas alrededor del mundo, estoy bien y de buen humor; estoy de plácemes. Y no es para menos: le han otorgado el premio Nobel al escritor peruano Mario Vargas Llosa. Mario es mi amigo cercano del que sé muchas cosas: sobre su vida académica, sus amores, sus viajes, sus hijos. Lo conozco hace mucho tiempo y he visto como ha ido con los años llenándose de canas y arrugas a la vez que encuentro que su literatura es más madura y profunda. He hablado de él, he valorado sus posiciones políticas, me he fascinado de su incursión al teatro al lado de Aitana Sánchez-Gijón, he lamentado sus experiencias cinematográficas y he disfrutado sus merecidos premios. Lo curioso de esta cercanía es que nunca hemos coincidido más que en el espacio virtual, conectados a través de la electricidad de sus novelas. He leído casi todos sus libros, que siempre me han dejado alguna huella. Pero para qué sigo si Muñoz Molina, otro de mis amigos cercanos, lo ha dicho tan bien:
...me acordé del impacto de la primera lectura de "Cien años de soledad" (García Márquez, 1967), pero también comprendí que en mi formación había sido mucho menos decisiva que "La casa verde" (Vargas Llosa, 1965), y que mi idea de lo que es un novelista la había aprendido mucho más de Mario Vargas Llosa que de García Márquez. Mi percepción es probablemente equivocada, pero García Márquez tenía para mí algo de mago o hechicero que iba conjurando las historias como un antiguo narrador oral...A García Márquez lo rodeó desde muy pronto una leyenda, y como todas las figuras legendarias se instaló en una forma de lejanía muy parecida a la de los muy ricos o los muy poderosos, que siempre están algo distraídos cuando uno los ve de cerca, como pensando en otra cosa, como un poco en otra parte. García Márquez fue desde muy pronto, más que un escritor, un personaje de la literatura.... sus historias tenían una torrencialidad de invención inmediata que nos hacían identificar su voz con la de los magníficos narradores orales de su literatura...En Vargas Llosa lo que uno descubría era el tesón diario del trabajo de novelista. Una novela no procedía de una iluminación arrebatada, sino que era el resultado de una construcción cuidadosa y metódica, en la que el escritor actuaba al mismo tiempo como arquitecto y como albañil y cantero, con una perseverancia que tenía algo de dedicación artesanal y de arduo ejercicio de ascetismo. Por la misma época en la que yo leía y releía "La casa verde" y "Conversación en La Catedral" examinándolas por dentro para saber cómo estaban hechas... cayó en mis manos un ejemplar de "Cuadernos para el Diálogo" en el que venía un largo ensayo de Vargas Llosa dedicado a Flaubert y al proceso de escritura de Madame Bovary. Su efecto fue tan poderoso como el de los cuentos de Borges o los de Onetti, o como el de la primera lectura de Absalom, Absalom o Santuario. Recorté aquellas páginas de la revista y las leí no sé cuántas veces, subrayando casi cada frase con aprobación fervorosa. Lo que hacía Vargas Llosa en aquel ensayo que luego se convirtió en uno de sus mejores libros, "La orgía perpetua", era estudiar Madame Bovary desde el interior de la conciencia del novelista que la iba escribiendo...Uno escribe los libros y no puede saber el lugar que a veces llegan a ocupar en las vidas de otras personas. Las influencias van modelando el estilo, pero también afectan a veces el curso de la vida. Sentado cerca de Mario Vargas Llosa la otra tarde -él en un extremo de la mesa, yo en el otro, acompañando a Víctor García de la Concha- pensé con gratitud, y lo dije en voz alta, que sin el ejemplo de esos dos libros suyos probablemente yo no estaría allí.

sábado, 2 de octubre de 2010

De arrebatos a arrebatos

Del escritor Francisco Martín Moreno (México, D.F, 1946), la colección de historias noveladas sobre la vida íntima de destacados personajes del devenir mexicano, Arrebatos carnales (Planeta, 2009), me ha parecido un malogrado arrebato... de indiscreción . En el prólogo, el autor nos invita a acompañarlo a "descubrir secretos ignorados durante siglos" que él mismo conoció "oculto en armarios o escondido debajo de la cama o en la sala de baño o disfrazado para entrar ..." Así, en nuestros ratos de lectura nos convertiremos en cómplices de una especie de cotilleo. Y como no conozco a nadie que no sea chismoso (a) -admitiendo que hay graduaciones- el tema promete múltiples lectores. De hecho, el libro ha estado agotado y, desde su primera edición en noviembre de 2009, lleva por lo menos cinco reimpresiones. Tal ha sido el éxito que el autor planea abordar -es decir, pillar en diversos arrebatos eróticos-, a otros ilustres mexicanos y mexicanas en sendos libros que han de titularse: Con las sábanas blancas y Con las sábanas verdes (creo le van a faltar las sábanas rojas).
Arrebatos carnales, dice su autor, es el afán de escribir sobre personajes de carne y hueso: me aburrí de estudiar permanentemente a los grandes protagonistas de la historia de México como estatuas de mármol blanco, ...como si fueran semidioses incapaces de tener tentaciones, ni debilidades carnales como acontece en todos los seres humanos... en realidad, la Iglesia ha hecho de nosotros unos muy buenos hipócritas...¿hasta qué punto el erotismo ha logrado cambiar la historia de México? De no haber sufrido la decepción amorosa, Morelos nunca hubiera entrado al seminario, ni conocido al cura Miguel Hidalgo... Es importante conocer a este hombre volcánico, que se enfrenta a machetazos por una mujer, gana el duelo, pero ella lo abandona, dando un giro en la vida personal de Morelos y en el destino de México.
Martín Moreno nos cuenta la "verdadera" historia de Maximiliano y Carlota -él bisexual y ella amante de su guardián,el coronel Alfred van der Smissen-;nos advierte sobre Morelos, su amada, su amante y sus tres hijos; nos describe a Porfirio Díaz en la noche de bodas con su segunda esposa, Carmelita Romero Rubio; nos pone al corriente de lo sucedido en el cuarto de hotel, en Toluca, entre José Vasconcelos y Antonieta Rivas Mercado, y nos alerta sobre el amor de Sor Juana por la XI condesa de Paredes de Nava. Sin embargo, el propio Martín Moreno está consciente de que: toda la historia es cuestionable, la historia es una disciplina dinámica, siempre van saliendo nuevas informaciones, nuevos datos y hechos, por lo tanto uno debe permanecer atento; yo escribí estos Arrebatos Carnales, pero no quiere decir que dentro de 20 años o mañana mismo aparezcan nuevos informes y datos duros que cambien la realidad. Pero ¿a qué realidad se refiere este escritor? Es verdad que él trata de corroborar sus decires mediante algunos documentos e inferencias -así debió haber sido dadas las circunstancias- pero el problema es que "sus momentos íntimos", los que le dan valor a este libro -y, por cierto, también su título- son poco creíbles y no llegan a despertar, por un mal manejo de los diálogos, esa llama que uno espera encontrar. No puede uno creer la escena de amor entre Carlota y su amante, desnudos en un paraje de Chalco al que habían llegado para hacer un día de campo, como tampoco es verosímil la charla entre Maximiliano y Carlota cuando ella le confiesa que está embarazada, o la ingenuidad de Carmelita Romero o el diálogo de Porfirio Díaz con Dios, entre otros episodios. Y no digo con esto que el libro no tenga su valor y que no se preste a sabrosas discusiones de sobremesa, pero... para mis expectativas (sobre todo por haber leído otro libro del mismo autor que me gustó y por estar de acuerdo con él en desmistificar a nuestros personajes históricos) a este libro ¡le faltó!

Y para hablar de otra historia de arrebatos me referiré a la película "Wall Street", un verdadero arrebato, en este caso, de codicia. Resulta que en 1987 -¿quién lo recuerda?- el famoso actor Michael Douglas (que tiene ahora 66 años) ganó un Oscar y un Globo de Oro por su actuación en la película cuyo título es un homónimo de la famosa calle de Manhattan en la que se desarrollan las principales transacciones financieras del mundo: Wall Street. Pues bien, hace unos días se estrenó en varias partes del mundo una secuela de esta película, dirigida también por Oliver Stone (JFK: caso abierto, Nacido el 4 de julio, Platoon) y actuada por el propio Michael Douglas, acompañado por el joven Shia LaBeouf (hijo de Indiana Jones en la última película de Spielberg) y por Carey Mulligan (la actriz de An Education). Wall Street: el dinero nunca duerme (2010)retoma la trama de la primera Wall Street y, veinte años después, la refiere a la crisis económica actual: la burbuja inmobiliaria y sus consecuencias macro y personales. La película trata de tiburones, pero no marinos sino financieros: allí están las mafias, la codicia y la rapidez de los cambios y de las decisiones como parámetros con los que se mueve Wall Steet. Allí no hay querencias, parentescos o amistades, allí lo que impera es la ambición por el dinero. Mediante una fotografía excelente que "mete" al espectador en el Manhattan bullicioso y acelerado, nos enteramos de lo que hacen y deshacen los banqueros en el Olimpo para que, los humildes terrestres, no podamos pagar las hipotecas de nuestras casas. Si sirve de consuelo, ellos también sufren aunque en la escena final, en una evocadora fiesta infantil, los pequeñitos, hijos y nietos de este grupo social que tiene sus oficinas en Wall Street, juegan a hacer pompas de jabón que vuelan por el espacio neoyorkino mientras el espectador no puede dejar de pensar que esas inofensivas esferas transparentes se convertirán en la burbujas inmobiliarias del futuro. O sea que, aunque salgamos de la crisis actual, los futuros banqueros seguirán haciendo de las suyas.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Mañana es hoy

También mañana hará calor y habrá humedad. Pero, de hecho, mañana es hoy; con estas crípticas palabras -mañana es hoy- termina su última novela -Versos de vida y muerte- el escritor israelita Amos Oz (Jerusalén, mayo 1939). Y si con esas palabras finaliza, no son menos inquietantes las frases que dan comienzo a su narración: Por qué escribes. Por qué escribes precisamente de esa forma...Qué función cumplen tus relatos.¿Tachas y corriges constantemente o escribes llevado por la inspiración?...¿cómo te defines a tí mismo?¿Qué respondes a todos aquellos que te atacan?...¿Qué piensa tu ex mujer de los personajes femeninos de tus libros? Y de hecho, ¿por qué abandonaste a tu primera mujer y también a la segunda?...¿eres un escritor comprometido?...¿cómo es que siendo artista tu vida privada no es nada tormentosa?...¿o es que aún hay cosas que no sabemos de tí?...¿Podrías decirnos, resumiendo y con tus propias palabras, qué querías decir exactamente en tu último libro?
El protagonista de la novela, un escritor sin nombre, el autor, se dirige a una velada literaria, como tantas otras, donde él sabe que un público, aparentemente anónimo, habrá de cuestionarlo de tal suerte que tendrá que elaborar respuestas astutas o evasivas, nunca sencillas y directas. Durante las pocas horas en que transcurre la acción, el autor interacciona con una serie de personajes que cobran vida en su imaginación y que, en el ejercicio de su oficio de escritor, reciben nombre, trama y designio: la mesera (Riki) del café en el que parará el autor antes de llegar al recinto de la conferencia; Charlie, el novio de Riki y también de Lusi; un par de parroquianos (señor León y Shlomo Hogi, su lacayo), Ovadia Hazzam, dueño de un Buick azul, ahora hospitalizado; el hijo de Hazzam, que se casó con Lusi; Ruhele Reznick, recitadora que colecciona cajas de cerillas de hoteles internacionales ...y así hasta 39 personajes maravillosamente descritos -en forma y fondo-, producto del arte de la imaginación y la buena escritura. Gran parte de la novela está narrada por una voz omnipresente y escrita en futuro ( ...el autor se sentará... observará, ...apartará) aunque también hay párrafos en tiempo presente y otros en que el narrador habla con el autor en segunda persona: se pone al tú por tú. Y todo sucede, gracias al buen oficio de Amos Oz, sin que el lector se enrede o sufra con un texto ilegible. Por el contrario, se queda uno admirado de lo que un escritor "académico" puede aportar al oficio de escritor. Esta pequeña novela (120 páginas) es un ejercicio de virtuosismo en lo relativo a la construcción de un texto y al manejo y desarrollo de unos personajes, personajes imaginarios con los que el escritor debate hasta hacerlos reales. También es un texto reflexivo sobre el quehacer del escritor y también una novela dentro de otra -con un autor dentro de otro: ... ¿por qué escribir sobre algo que también existe sin tí? ¿para qué describir con palabras lo que no son palabras?...¿qué función desempeñan tus relatos si es que desempeñan alguna?¿A quién le resultan útiles?¿Quién necesita, si me permites la pregunta, tus manidas fantasías sobre cansinos asuntos de cama o de camareras frustradas, sobre recitadoras solteras que viven con su gato...?...A pesar de todo, ¿serías tan amable de de explicarnos, resumiendo, con tus palabras, lo que el autor pretende decir en este texto?...(Y él, el escritor y el autor) Se siente completamente avergonzado por mirar a todos (a sus personajes) desde lejos, de reojo, como si existiesen solo para que él los utilice en sus relatos. Y esa verguenza acarrea también una angustiosa pena por ser siempre un extraño, por su incapacidad para tocar y ser tocado...Como la mujer de Lot: para escribir debes mirar hacia atrás. Y así tu mirada te convierte a tí y los convierte a ellos en estatuas de sal. Escribir sobre cosas que existen, pretender apresar una tonalidad, un olor o un sonido con palabras, es algo parecido a tocar una pieza de Schubert estando Schubert presente en la habitación, tal vez sonriendo con sarcasmo en la oscuridad... Y así, cuando algo imaginado se plasma en unas letras, en unos párrafos, en una narración lo imaginado es ya real: También mañana hará calor y habrá humedad. Pero, de hecho, mañana es hoy... Para mí, sin duda, Amos Oz es uno de los grandes escritores de nuestros días.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Las amantes de don Benito

A pesar de su amplia filmografía, no he visto mas que dos películas del cineasta italiano Marco Bellocchio: Buenos días, noche (2003) y la más reciente, La amante de Mussolini (Vincere, 2009). La primera relata el secuestro, en 1978, de Aldo Moro, ex primer ministro de Italia y presidente de la Democracia Cristiana, a manos de una célula de la organización terrorista las "brigadas rojas". La película exhibe al detalle los casi dos meses de cautiverio que culminaron con la muerte de Moro, en los que hubo un juicio inédito público entre los miembros de esa organización, el gobierno que se negaba a negociar y el propio secuestrado. Me pareció una película extraordinaria, gracias a una notable dirección por parte de Bellocchio.
En el caso de La amante de Mussolini, el cineasta tiene entre manos otro buen tema histórico apoyado en datos recientes: por un lado, la aparición de los diarios secretos de Claretta Petacci (la amante oficial de Mussolini), editados en el libro Mussolini secreto, publicado en el 2009, en donde esta mujer revela detalles íntimos del Duce que, a sesenta y cuatro años de su muerte, redondean su personalidad despótica y su pensamiento racista y fascista - no olvidemos que Mussolini es el creador del fascismo. Por otro lado, el Bellocchio guionista, logra rescatar de la picaresca popular la historia poco conocida de otra de las amantes de don Benito, y quizá su primera esposa, Ida Delser, que en la película es interpretada por la bella actriz Giovanna Mezzogiorno (protagonista del film El amor en los tiempos del cólera, 2007). Y si por un lado la indiscreta Petacci escribió el primero de febrero de 1938 que el Duce le decía: Soy esclavo de tu carne. Tiemblo mientras lo digo, siento fiebre al pensar en tu cuerpecito delicioso que me quiero comer entero a besos. Y tú tienes que adorar mi cuerpo, el de tu gigante. Te deseo como un loco, por otro lado, Bellocchio tiene la gracia de situarse veinte años antes y de plasmar esas mismas palabras en ardientes imágenes eróticas entre el joven Benito y la casi niña de clase acomodada, Ida Desler.
La trama comienza en el Milán de 1912-1914 y cuenta la historia de esta joven mujer que subyugada con la personalidad de Mussolini se entrega a él sin reparo alguno tanto así que hasta invierte sus ahorros y sus bienes en la fundación de un periódico propagandista que él dirige (Il Popolo d´Italia, vocero del pensamiento fascista). De esa relación nace un niño pero cuando madre e hijo buscan alguna satisfacción son despreciados y abandonados y...si te he visto no me acuerdo, parece decir, con su indiferencia, el famoso Duce. Hasta la muerte de Ida, en un hospital psiquiatrico en 1937, esta pobre mujer busca el reconocimiento de su otrora amado como su esposa legítima y clama asimismo por los derechos de su hijo: Benito Albino Mussolini quien, por cierto, también murió en un asilo psiquiátrico siendo aún muy joven: ¡vaya secretos que guardaba el dictador italiano! Toda una tragedia que confirma la maldad y el egocentrismo alrededor de la personalidad de este triste personaje de la historia del siglo XX que llevara a la locura individual a sus seres cercanos y a la colectiva a todo un pueblo. Pero la película, a mi juicio, no trata sobre Mussolini o sobre la pobre Ida, la película tiene un claro mensaje: enfrentar al espectador con el fascismo encarnado en la persona de Musssolini. Las actuaciones, principalmente la de Filippo Timi que personifica al Duce, son premeditadamente exageradas y hasta grotescas: la manera en que hace el amor, su tono al hablar, sus gestos, su mirada. En la segunda parte de la película, el director nos presenta a Mussolini a través de noticieros y videos de la época (en blanco y negro) para corroborar que su interpretación del joven Mussolini(a colores)
-aquella que el espectador encontró desorbitada-, era la semilla de ese otro, del real, del Mussolini de carne y hueso que estamos viendo en la pantalla y que, en su tiempo, sufriera toda la humanidad.
Así, la dirección y los recursos utilizados por el director son excelentes, la ambientación impecable, la música, que por momentos se entrelaza con la trama con tal fuerza que da la idea de ser una ópera, muy bien lograda y..., sin embargo, en las dos horas y poco más que dura la película algo me faltó ¿o me sobró?

domingo, 12 de septiembre de 2010

Otra de ricos

A medida que avanzaba en la lectura de El gran Gatsby (1925) me preguntaba por qué se habría convertido en un clásico de la literatura norteamericana. Parece ser que la novela no llamó tanto la atención en los primeros años desde su publicación, y no fue sino hasta unos veinticinco años más tarde (por los años cincuenta) que alcanzó ese estatus. Un clásico es, para decirlo de manera simple, la obra que pasa "la prueba del añejo": ya porque su sustancia es importante y atemporal, o porque describe una época con tal maestría que la convierte, para siempre, en eterna. Creo que esto último es lo que acontece con el relato de Francis Scott Fitzgerald, uno de los escritores, junto con Dos Passos, Hemingway, Steinbeck, Faulkner, Pound y Caldwell, de la llamada "Generación Perdida".
En El gran Gatsby, Fitzgerald logra plasmar en blanco y negro el american dream... de los americanos -por cierto, bien diferente al de los inmigrantes europeos de entre guerras-, y lo sitúa en la costa este de ese país, en los alrededores de Nueva York, donde la vida transcurre con una "melancólica belleza" entre las gasas de los vestidos de las etéreas mujeres que acuden a deslumbrantes fiestas -donde nada se escatima- después de un día en el club de golf, en el velero, o de compras en Manhattan. La frivolidad y la banalidad parecen ser los signos que rigen las relaciones de los personajes cuyas vidas transcurren entre el charleston y el jazz (¿lo dice el libro o así me lo imaginé?), entre las burbujas del champaña y el humo de los cigarros puros, entre bromas sin trascendencia y mezquinos cuchicheos. Y es en este ambiente en el que aparece un personaje solitario y misterioso que, mediante su evidente riqueza, logra capitalizar la atención de los grandes apellidos de la región: todos acuden a casa de Jay Gatsby; sus fiestas son lo in del momento. Pero él no pertenece a ese mundo; él persigue su propia fantasía: el amor. Por amor ha conseguido llegar (nadie sabe bien cómo) hasta ese mundo de oropel en el que con dinero -como decía el Piporro ¿se acuerdan?- dances the dog. Sin embargo, hay algo que Gatsby no sabe: él nunca podrá pertenecer a ese círculo; el desenlace de la historia es implacable y lo deja bien claro: ...pensé en el asombro de Gatsby cuando descubrió la primera luz verde al final del embarcadero de Daisy. Había hecho un largo camino para llegar hasta aquel césped de color azul, y su sueño tuvo que parecerle tan cercano que difícilmente podía dejar de alcanzarlo. No sabía que estaba ya tras él, en algún lugar de la vasta negrura más allá de Nueva York, donde los oscuros campos de la nación americana se extendían, interminables, bajo la noche...Gatsby creía en la luz verde, en el orgiástico futuro que año tras año retrocede ante nosotros. Se nos escapa el momento presente, pero ¡qué importa!; mañana correremos más deprisa...y así seguimos adelante, botes contra la corriente, empujados sin descanso hacia el pasado.
No he visto la película que estelarizaron Robert Redford, el gran Gatsby, y Mia Farrow, en el papel de Daisy.
Creo que no me la voy a perder y, desde luego, la novela bien vale una mirada tuya.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Coincidencias

En esta semana terminé de leer el libro Un mundo para Julius (1970) del escritor peruano Alfredo Bryce Echenique (Lima, 1939); por otro lado, tuve la oportunidad de ver la última película del cineasta mexicano Luis Estrada (1962), El Infierno. Dos temas opuestos que, me temo, tienen muchas coincidencias.
El libro describe con fino detalle la vida de la oligarquía peruana (o cualquier otra; todas son parecidas) valiéndose de la inocencia de un niño de cinco años que va creciendo con el lector hasta los once años de edad. Vivencias, relaciones, enseñanzas y descubrimientos infantiles y adolescentes forman un todo con el que Alfredo Bryce ironiza sobre la vida de los más ricos. Viven en palacios pero se construyen otros, tienen coches pero compran más, hacen fiestas pero son insuficientes; viven con la superficialidad en la boca y, peor aún, en la cabeza. El mensaje general de la novela es que los super ricos (aquéllos que en Estados Unidos son casi 300 y en México, 13; los billonarios) ni sufren ni padecen, viven en una especie de limbo en el que las desgracias que les ocurren se superan como por arte de magia: papá murió cuando el último de los hermanos en seguir preguntando dejó de preguntar cuando volvía papá de viaje, cuando mamá dejó de lloorar y salió un día de noche, cuando se acabaron las visitas que entraban calladitas y pasaban de frente al salón más oscuro del palacio (hasta en eso había pensado el arquitecto), cuando los sirvientes recobraron su mediano tono de voz al habla, cuando alguien encendió la radio un día, papá murió.
El niño Julio (Julius), el pequeño de la familia, criado entre las criadas, es el único que parece darse cuenta que fuera del palacio donde vive hay otros mundos a los que él, por desgracia para su curiosidad infantil, no tiene acceso: ... recuerdas que durante los viajes a los que nos llevaba mi madre cuando éramos niños, solíamos escaparnos del vagón-cama para ir a corretear por los vagones de tercera clase. Los hombres que veíamos recostados en el hombro de un desconocido en un vagón sobrecargado, o simplemente tirados por el suelo, nos fascinaban. Nos parecían más reales que las gentes que frecuentaba nuestra familia... hemos nacido pasajeros de primera clase; pero, a diferencia del reglamento de los grandes barcos, aquello parecía prohibirnos las terceras clases.
En algunos episodios la novela se torna chocante, seguro de manera premeditada por el autor, y el lector tiene que regresar, para mantener el equilibrio, a aquel título de telenovela que en los años setentas tanto reconfortara a las clases medias: "Los ricos también lloran". Pero el punto que yo quería resaltar tiene que ver con el mundo que se le ofrece a ese niño rodeado de encajes y tafetanes. A diferencia de lo que uno pensaría en el sentido de que el poder económico te brinda todas las opciones posibles, parece ser, de acuerdo a la novela, que el tener todos los bienes materiales que se te ocurra, te predestina, te limita, te acota. Julius no tiene más remedio que ser como sus hermanos y sus padres y sus tíos; no puede ser como las sirvientas, o los vagabundos o los albañiles en los que él encontraba, contradictoriamente, un mundo más rico. La novela termina con un Julius que percibe este sino: ...quedaba un vacío grande, hondo, oscuro... Y Julius no tuvo más remedio que llenarlo con un llanto largo y silencioso, llenecito de preguntas, eso sí.

¿Y qué mundo le ofrece El Infierno, la película, a los jóvenes? En el otro lado de la gama social está la pobreza, los pobres que ansían ser ricos. En un pueblo del norte de este sufrido país bicentenario, se centra la trama de la película, cuyo guión, al igual que el de La ley de Herodes del mismo director, es de la autoría de Jaime Sampietro.
Cuando El Benny (Damián Alcázar) regresa a su pueblo después de veinte años de bracero en Estados Unidos, encuentra que el narco se ha apoderado de la región y que los habitantes, cual más, cual menos, queriendo y no queriendo, directa e indirectamente, tienen nexos con la mafia. El Benny, que regresa al terruño, al hogar, a trabajar por los suyos, no tiene otro remedio que enrolarse en el crimen organizado y ahí empieza una historia violenta, sangrienta y despiadada... dicen que de humor negro. El final es evidente, El Benny muere y su sobrino, al que el tío trata de llevar por otro camino, no puede, al igual que el Julius de la novela de Bryce Echenique, evitar su sino: se vuelve mafioso. El director, mediante una caricatura de hechos, nos muestra el mundillo manejado por las mafias en connivencia con las autoridades. Nos muestra los extremos, los excesos, las parodias a las que se puede llegar y que empiezan a parecerse mucho a la realidad que nos rodea. Creo y espero que esta película sea en el futuro un referente del pasado; hoy en el presente, no le encontré el humor (ni blanco ni negro), no me hizo reír en un solo momento y sí, me preocupó enormemente el mundo que hoy le ofrecemos a nuestros julios.

domingo, 29 de agosto de 2010

¿Y los trenes?

Me ha resultado un verdadero agasajo volver a leer El águila y la serpiente , una de las emblemáticas novelas de Martín Luis Guzmán (Chihuahua, 1887- Cd. de México, 1976). Tanto esta narración como sus otras dos grandes novelas, La sombra del caudillo y Memorias de Pancho Villa, se inscriben en la corriente literaria de la época revolucionaria, caracterizada por la descripción de anécdotas vividas por los autores, por testimonios de primera mano, y por apreciaciones personales de la situación y de los personajes del momento. Por tanto, si bien es cierto que la novela de la Revolución no hace un análisis con visión amplia de lo que sucedía en ese momento en el país (ese paquete le tocó a los historiadores), sí en cambio permite al lector adentrarse en el ambiente de la época y en algunos de sus personajes en el entendido de que, de esa aventura, uno saldrá con una "visión de rendija". Pero, ¿no es fascinante conocer a Carranza a través de los ojos de uno de sus opositores?: Don Venustiano no bailaba -o bailaba poco-, pero se sentía siempre en su elemento si frecuentaba el trato con las damas. Su fortaleza en punto a bailecitos y bochinches no conocía término... Cerca de él no pueden estar mas que los aduladores y serviles, o los que fingen serlo para que Carranza les sirva en sus propósitos personales. Es un corruptor por sistema: alienta las malas pasiones, las mezquindades y aun los latrocinios de cuantos lo rodean, lo cual hace a fin de manejar y dominar mejor a unos y otros.

¿Y qué tal ver a José Vasconcelos, a Alberto Pani, a Alfonso Reyes, con la mirada del amigo, del par? ¿O saber de primera mano lo que los intelectuales de esos días pensaban acerca de Villa o de Zapata?: Y de este modo, por más de media hora, nos entregamos (Villa y Guzmán) a una conversación extraña, a una conversación que puso en contacto dos órdenes de categorías mentales ajenas entre sí. A cada pregunta o respuesta de una u otra parte, se percibía que allí estaban tocándose dos mundos distintos y aun irreconciliables en todo, salvo en el accidente casual de sumar sus esfuerzos para la lucha. Nosotros, pobres ilusos -porque solo ilusos éramos entonces-, habíamos llegado hasta ese sitio cargados con la endeble experiencia de nuestros libros y nuestros primeros arranques. ¿Y a qué llegábamos? A que nos cogiera de lleno y por sorpresa la tragedia del bien y del mal, que no saben de transacciones: que puros, sin mezclarse uno y otro, deben vencer o resignarse a ser vencidos. Veníamos huyendo de Victoriano Huerta, el traidor, el asesino, e íbamos por la misma dinámica de la vida y por cuanto en ella hay de más generoso, a caer en Pancho Villa, cuya alma, más que de hombre, era de jaguar, de jaguar en esos momentos domesticado para nuestra obra o para la que creíamos era nuestra obra; jaguar a quien, acariciadores, pasábamos la mano sobre el lomo, temblando de que nos tirara un zarpazo.

La novela está estructurada en dos grandes capítulos: Esperanzas revolucionarias y En la hora del triunfo y cada una de esta partes, a su vez, se compone de siete libros en los que el autor organiza de manera inteligente y ágil el cúmulo de recuerdos que su pluma logró atrapar. Los sucesos que describe tienen lugar entre 1913 y 1915, así que los más de diez años que median entre lo pasado y la publicación del libro, no hicieron sino depurar las experiencias del autor para beneficio de sus lectores. Y no sólo eso, me parece una acción valiente "encuerar" a algunos nombres de notables que, en 1926, cuando aparece el libro, todavía andaban dando guerra por estos lares.

El primer episodio del primer capítulo: La bella espía, es un cuento delicioso con el que Martín Luis Guzmán nos hace cómplices de un enredo que tanto cae en lo casero como en el terreno de los grandes vuelos de la política pero que, sobre todo, nos abre la puerta para escuchar todo lo que sigue(a veces situaciones muy graves y muy fuertes, con la certeza de que será contado con gran maestría narrativa.

En esta segunda lectura, encuentro dos aspectos principales que antes pasé por alto: el primero tiene que ver con la decepción de Martín Luis Guzmán por el camino que tomó la Revolución, contrario a los ideales originales de muchos, y que hoy cobra mayor fuerza al cumplirse los cien años de esa mentada gesta. Nos dice el autor: Yo tenía entonces ideas demasiado optimistas -y, en consecuencia, absurdas- sobre la posibilidad de ennoblecer la política de México. Creía aún que a los ministerios podían y debían ir hombres de grandes dotes intelectuales y morales, y hasta consideraba deber de los buenos revolucionarios el declinar los altos puestos para que se confiaran a lo mas apto posible y mas ilustre... El paisaje del campo -¡yermas tierras de Tacuba, polvorientas y tristes!- me hizo sentir otra vez lo absurdo de la situación política en que nos movíamos.

El segundo aspecto es una apreciación personal que con seguridad encontrará objeciones: veinte años después de escribir El águila y la serpiente, que derrocha la frescura de su joven adulto escritor, un mucho más maduro Martín Luis Guzmán emprende la tarea de escribir las memorias de Pancho Villa¡nada menos que puesto en los zapatos del sanguinario "Centauro del Norte"! Y ese bandido, violador y asaltador se convierte, gracias a don Martín, en un personaje literario heroico, arrojado y temerario -aunque, a fin de cuentas, inventado - que resultó atractivo para la historia oficial - al grado de haber puesto su nombre en letras de oro en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Pero Martín Luis Guzmán lo conoce bien y no se deja engañar; prueba de ello son los muchos párrafos en los que narra varios episodios que hacen evidente su posición frente a Villa: ¡terribles días aquellos en que los asesinatos y los robos eran las campanadas del reloj que marcaba el paso del tiempo! La Revolución, noble esperanza nacida hace cuatro años antes, amenazaba disolverse en mentira y crimen. ¿De qué servía que un pequeñísimo grupo conservara intactos los ideales? Por menos violento, ese grupo era ya, y no dejaría de ser, el más inadecuado para la lucha; lo cual, por sí solo, convertía a la Revolución en un contrasentido: el de encomendar a los egoistas y criminales un movimiento generoso y purificador por esencia...Un poco más allá estaba el tren de Villa con su guardia de dorados. De éstos brillaban al sol la actitud pistolera, los presagios de su crueldad, la dureza de su fatalismo sanguinario e ignorante. Más lejos se extendían las pobres milpas en rastrojo, por donde había yo visto pasar, venticuatro horas antes, a los cinco falsificadores condenados a muerte, sin juicio ni ley. Y todo ello servía de marco a un cuadro que me obsesionaba imaginativamente y en el cual veía yo a mi maestro Agustín Aragón explicando a sus alumnos, frente a encerados cubiertos de alfas, de betas, de gammas, las leyes de la Mecánica y las del movimiento de los astros. Ignorancia, mediocridad y violencia frente a educación.

Posdata: Me llamó la atención el estado en aquellos días de nuestros ferrocarriles mexicanos ¿Alguien sabe qué nos pasó?: trenes de generales, trenes de civiles iban y venían por las principales vías...convoyes de guerra o máquinas fugaces seguidas de un coche salón y un cabús, donde viajaban, a la velocidad del rayo...se saludaban las locomotoras, charlaban las tripulaciones y, si los trenes llevaban políticos de altura, los viajeros descendían del tren y hablaban gravemente. Así fue como Vasconcelos y yo nos encontramos una de aquellas mañanas, entre Torreón y Fresnillo...

Amigos: Ya con ésta me despido,chabacanos en canasta:ya no quiero saber nada,con lo que he sabido basta.Ya con ésta me despido,con una estrella de oriente:no se les vaya a olvidar lo que tenemos pendiente.

sábado, 21 de agosto de 2010

De esto y de aquéllo

No puedo hablar de la obra del escritor valenciano Manuel Vicent (Castellón, 1936) mas que por su libro Verás el cielo abierto (2005). Lo único que sé de él es que es un escritor y periodista prolífico y que dos de sus novelas (Son de mar y Tranvía a la Malvarrosa) han sido adaptadas y llevadas a la pantalla grande. Sobre Verás el cielo abierto , el propio autor nos dice: me gustaría que se leyera este libro...como se entra en una habitación íntima, en una tarde de lluvia y uno se pone cómodo, se sirve un té o una copa y se siente a gusto sin necesidad de ir a otra parte. Unas veces esta habitación será luminosa con la ventana abierta por donde llegan los perfumes desde el fondo de la memoria; otras, podrá ser cálida y confortable...Si el lector, al terminar el libro, cree que ha pasado la tarde en el mejor lugar...podré imaginar que he escrito lo que quería. Y en efecto, la lectura del libro me produjo una plácida y singular sensación de "estar a gusto". La trama, si es que la hay, versa sobre una serie de vivencias del escritor, quizá aquellas que importan en el repaso de su vida, y que al mezclarse con sus pensamientos actuales producen afirmaciones profundas y compartidas: fue mi primer amor, nos dice, y a medida que me fui haciendo adulto se multiplicó en las mujeres que amé, porque el amor es lo eterno y no lo amado. O en otro pasaje: Si yo fuera un buen pescador pondría esta llampuga de carnada para ver si pica una lecha de siete kilos y redoblo la suerte, pero no quiero arriesgarme a tener este sobresalto. Los placeres hay que limitarlos. En el fondo, ése ha sido mi quebranto...Huyendo de los placeres comprometidos siempre me he refugiado en las estrellas, en esas luces lejanas que te observan y no te juzgan.
Bellamente escrito, ameno y sin mayores complicaciones, creo que Vicent logra cabalmente su cometido: agasajarnos con un hermoso escrito que nos brinda luminosidad, nos produce sensación de calidez y, como en el caso del siguiente diálogo, nos provoca admiración por el momento que logra plasmar:
-¿Qué quieres saber?
-No sé, algo que me conmueva. No me importa que te lo inventes.


Y pasando la hoja, nos encontramos con que hace escasos dos años, la BBC de Londres produjo una serie para televisión en la que relata un insólito juicio llevado a cabo en una de las barracas del tristemente célebre campo de concentración de Auschwitz (Juicio a Dios). Dirigida por Andy DeEmmony (conocido director de teleseries), la película se basa en un guión del escritor inglés Frank Cottrell Boyce y cuenta con un elenco de notables actores, entre ellos, el británico Rupert Graves (¿se acuerdan de la película Damage, con Jeremy Irons y Juliette Binoche, en la que la novia del hijo se hace amante del padre? Pues sí, Rupert era el hijo-novio engañado).
Con formato más próximo al teatro que al cine, la trama se desarrolla básicamente en un solo espacio: un inmundo galerón en el que convive un grupo de seres humanos: hacinados, mal comidos, mal tratados y, sobre todo, humillados, que solo esperan la orden para ser llevados a la cámara de gases. Aún así, siguen respirando con la esperanza de que su número no sea el siguiente y puedan sobrevivir aunque sea en esas condiciones. El mundo se ha volteado al revés y ustedes se han caído, les dice el carcelero, un exconvicto que en esas circunstancias les hace ver, a ellos -médicos,abogados,religiosos, científicos- que allí, en ese infierno, él es "el rey, el presidente, el canciller, el Führer..., Dios".
Cada uno de los mil prisioneros que alberga la barraca tiene su historia particular, a cual más trágica, que, en general, se lleva con resignación y miedo y se palia con la oración; sólo una voz se levanta (que a partir de ahí tendrá otros seguidores) ante la magnitud del infortunio y de la deseperación y reta a Dios por haberlos llevado, sin crimen cometido, a esa situación. La película comienza en las épocas recientes, con un grupo de turistas que realizan una visita guiada por el que fuera escenario del holocausto del siglo pasado. Una jovencita, al ver el lúgubre ambiente se pregunta: ¿cómo es posible que estas atrocidades se cometieran? y la respuesta da comienzo a la situación del lugar en 1945, en la que un grupo de judios a punto de ser exterminados, realiza un juicio contra la acción de Dios. Entre ellos constituyen un tribunal con tres jueces: el padre de la corte o defensor, el dayan o inquisidor y el jefe de la corte, encargado de coordinar el juicio. Este último pregunta quien es el acusador y cuál la acusación, "yo" responde el retador de Dios y dice: "la acusación es por asesinato y colaboracionismo". Claro que estas palabras desatan una fuerte discusión que llega finalmente a un acuerdo: enjuiciar a Dios por incumplimiento de contrato; por haber roto el pacto establecido con Moisés en el desierto, en el que afirmó que de todos los pueblos, el judío sería el elegido. Lo que sigue, propiamente el juicio (con una duración de noventa minutos), mantiene al espectador sin respiración. Opción muy recomendada que, ahí les va un supertip, se puede ver en la televisión en el canal Film&Arts o en Youtube, en su computadora. De verdad, no se la pierdan y luego la platicamos.

sábado, 14 de agosto de 2010

Comparaciones

Me ha resultado muy interesante en estos días poder hacer la comparación entre la adaptación televisiva (canal Europa,Europa de Sky) y la cinematográfica(en DVD) del libro escrito en 1945 por Evelyn Waugh (Inglaterra 1913-1966), Retorno a Brideshead, memorias sagradas y profanas del capitán Charles Ryder. El libro, en palabras del autor, trata de la acción de la gracia divina sobre un grupo de personajes. No estoy tan segura de que las versiones a las que me referiré rescaten lo dicho por el autor; para mi gusto lo enriquecen al poner a discusión, precisamente, la gracia divina. Evelyn Waugh, de famila conservadora anglicana, se convirtió al catolicismo en 1931, fue uno de los pocos escritores ingleses que apoyaron el alzamiento del general Franco en España, y su obra, según sus críticos, está llena de ironía hacia la aristocracia inglesa con la que convivió, siendo muy joven, a partir de su estancia en la Universidad de Oxford. Si bien lo anterior son solo “flashazos” sobre la vida y pensamiento de este autor, creo que son esenciales para entender el conflicto presente en la trama de esta novela. Retorno a Brideshead, tiene mucho de autobiografía (aunque los lugares y las personas adopten nombres ficticios o cambiados) en la que el autor refleja su posición (¿y sus dudas?) frente a la muerte, la religión, la aristocracia, la libertad, el conservadurismo, la guerra y... el paso del tiempo. En la adapatación televisiva (1981) -que vale la pena ver aunque solo sea por las actuaciones de Jeremy Irons, John Gielgud, Laurence Oliver y Jane Asher-, los directores Charles Sturridge y Michael Lindsay-Hogg logran, en sus once capítulos,transmitir al espectador el asombro de un joven agnóstico y austero, principal protagonista, ante la forma de manejarse y de vivir de la aristocracia católica inglesa de aquellos años (y me temo que eso no debe haber cambiado mucho). Charles Ryder es un joven de una zona clase media de Londres, que mantiene una relación respetuosa con su padre, aunque casi inexistente, y que cifra sus expectativas en la posibilidad de entrar al mundo de la intelectualidad. Para ello, pone el pie en la Universidad de Oxford ¿dónde mejor? En sus primeros meses en el college, y a raíz de un encuentro fortuito con el hijo de Lord Marchmain, empieza una vida que parece abrirle caminos más atractivos que las periódicas reuniones con sus aburridos compañeros de su clase de historia. Su sexualidad, a esa edad adolescente, también es parte de la trama y también lo es la confrotación entre el rígido catolicismo inglés, lleno de culpas, y la vida licenciosa de algunos de sus practicantes. Esplendor y decadencia crean una urdimbre que se entrelaza con la muerte y la guerra. A Charles Ryder, la gracia divina lo convierte en un observador de los destinos de la aristócrata famila Marchmain. Filmada en escenarios maravillosos -varios de los colleges más hermosos de Oxford, el majestuoso castillo de Howard en Yorksire, la ciudad de Venecia con sus espléndidas vistas y palacios y hasta el bien conocido trasatlántico de cinco estrellas (y más), el Queen Elizabeth II -, parece no haberse escatimado en nada. La música de Geoffrey Burgon, notable.
Por su parte, la película (2008), es de realización mucho más modesta y aunque también tiene actores de la talla de Emma Thompson y Michael Gambon, no puede compararse en este aspecto con la versión para la pantalla chica. También es disfrutable y su director (Julian Jarrold) hace un buen trabajo, sin embargo, la serie tiene una ventaja adicional: su duración, pues mientras la película transcurre en 135 minutos, la serie se toma cinco veces ese tiempo, con lo cual en esta última se puede lograr un retrato mucho más intimista de los personajes. Pero aún así, en ambas versiones hay algo que me parece importante resaltar: a pesar de que el autor de la novela pone el énfasis en la fuerza del arrepentimiento de los pecados, las adaptaciones tienen su visión particular del asunto y se centran en el tema de la manipulación, mediante la culpa, que ejerce la religión en sus seguidores; en este sentido quizás es más audaz la película: vivir en el pecado, parece decirnos, crea una especie de perturbadora espada de Damocles de la que se sobrevive con el rito de la confesión pero morir en el pecado es inadmisible ya que acarrea un destino de condena eterna. Ni dudarlo, el tema, el autor y las adapataciones, dan para una buena discusión.

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sábado, 7 de agosto de 2010

Puros cuentos

No he podido encontrar ninguna referencia al último libro que he leído -Después de la tormenta- ni tampoco referencia alguna a su autor, Severino Fernández Nicolás. El libro está publicado por ediciones G.P, en el año de 1974, y fue un regalo que me hizo un familiar para que me ilustrara sobre los años de la posguerra española. Debo decir que está bien escrito, sin destacar, y que el buen manejo de los diálogos logra “engancharte”. La trama se desarrolla en los años cuarenta, primero en la zona de Asturias y después en los alrededores de León. La protagonista principal es una mujer viuda de guerra que para mantener a sus cuatro hijos pequeños se introduce en el mundo del estraperlo: compra-venta ilegal de artículos sujetos a racionamiento por parte del gobierno (en España, el racionamiento, y por tanto también el estraperlo, duró de 1936 hasta 1952). No puedo decir que no aprendí o corroboré algunas ideas con esta lectura pero, por otro lado, me sorprendió el grado de confusión (y quizá hasta mal intencionada) que destila la novela. Menciono sólo dos aspectos: se dice repetidamente que los rebeldes eran los repúblicanos, cuando es un hecho histórico que lo que sucedió en España fue un levantamiento de los llamados nacionales en contra de un gobierno legalmente instituido: la república española. El segundo aspecto que destila manipulación pura es la figura de un republicano, cuñado de la viuda, que ha pasado siete años en la cárcel y que, a su decir, ha aprendido mucho y refrendado su pensamiento político. El tal sujeto es un ser humano despreciable que quiere abusar de su parienta y de la hija de ésta, su sobrina carnal; un animalazo que por fuerza tiene que provocar rechazo en el lector; así que saque usted sus conclusiones. Libros como éste proliferaron en la época franquista y todavía hoy, en el periódico El País se anuncia que se acaba de editar la novela Soldados de la noche (primera de una serie publicada originalmente en 1988) del neoyorkino Alan Furst, “que se le puede atragantar a cualquier lector español medianamente culto” y es que gran parte de la novela transcurre durante la Guerra Civil española de 1936, ... “y revela que el autor tiene apenas vagas ideas de aquel conflicto...”. Mucho cuidado con creernos todo lo que leemos.

Y en este mismo sentido, aunque en este caso se nos advierte que se trata de trasgresiones intencionadas de la realidad, Ficciones de la revolución mexicana (tema muy adecuado para los tiempos que corren) del escritor mexicano Ignacio Solares (Ciudad Juérez, Chihuahua, 1945), es un compendio de diecisiete cuentos que nos llevan a imaginar el qué hubiera pasado si caudillos, héroes, tiranos, traidores y turba que protagonizaron la revolución mexicana hubieran actuado de manera diferente a como los reporta la historia oficial. ¿Qué hubiera pasado, por ejemplo, si Arnulfo Arroyo hubiera matado a Porfirio Díaz en el atentado de 1897? ¿Qué, si como se pregunta el autor, Madero hubiera mandado fusilar a Huerta por traidor y le hubiera dado el mando del ejército a Felipe Ángeles? ¿Qué, si Pino Suárez, abatido por el tiro de gracia que le propinó el cabo Pimienta, hubiera gritado: la política solo me ha proporcionado dolores y decepciones ...ni siquiera tengo la vocación de martirio del Presidente Madero...? De especial interés resulta el cuento Los mochos, que narra, en voz de José de León Toral, una supuesta conversación con el general Álvaro Obregón, ante un supuesto atentado fallido contra el caudillo. Afirma Toral, después de escuchar una íntima confesión de su interlocutor: Por eso reitero aquí, ante ustedes, ...no fuí yo quien acabó con la vida del general Obregón...Un breve tiempo ahí con él había sido suficiente para darme cuenta del absurdo que había cometido...Entonces el propio general Obregón tomo la pistola, la llevó a su sien.... ¿qué hubiera pasado si Obregón se hubiera suicidado? En esta colección de cuentos, Solares parece rescatar un conjunto de retazos de otras novelas suyas y aprovecharlos para zurcir un traje cuya confección se antoja arriscada, igual que los bigotes de Felipe Ángeles, a decir del escritor (¿o será también ficción?). La nota final, en la que Solares le explica al lector la intención y la motivación de los cuentos, es reveladora y, para mi gusto, hubiera sido mejor como nota preliminar que como epílogo. Aún así, está bien bien escrita y resulta un excelente ejercicio para la imaginación... aunque no nos lleve a ninguna parte.

Y para postre, La humillación de Philip Roth (New Jersey, 1933). Hablar sobre una novela de este Roth (Philip) es garantía de un tema fuerte (Elegía, La mancha humana, American Pastoral, entre otras). Ahora bien, si además se trata de una humillación, como su título indica, el lector no espere un cuento de hadas (o de vampiros, para el caso). Respire hondo...y al ataque. Un escritor sesentón agotado profesionalmente y abandonado por su mujer, encuentra una tabla de salvación en el deseo erótico que se establece mediante una relación “amorosa” fuera de lo común. Escrita en tres actos y en escasas ciento cincuenta y seis cuartillas, esta novela nos enfrenta al derrumbe de un ser humano. Desde nuestro sillón de lectura vamos temiendo a cada hoja que las decisiones que va tomando el actor retirado, quizá explicables y razonables dadas las circunstancias, lo harán llegar al mas profundo de los pozos. ¿Será justificado nuestro temor? Léanla sin escandalizarse; se trata de un intento de sobrevivencia a cualquier costo...¿puro cuento?

sábado, 24 de julio de 2010

El evangelio de Saramago

Comentar la novela El Evangelio según Jesucristo, del Nobel José Saramago, recién fallecido, tiene su complicación. No me refiero a una dificultad producto de alguna escritura rocambolesca ni tampoco a la que podría originarse por la confusión de su pensamiento; por el contrario, si algo ha de decirse en este sentido tendrá que ser sobre la sencillez de las frases que utiliza, la finura de las descripciones y la claridad del detalle con que Saramago explica el tema. Sin embargo, hay complicación porque la ocurrencia del portugués de escribir un evangelio narrado por el propio Jesús -un autoevangelio-, donde llena huecos de información de los cuatro evangelios canónicos de la Biblia, puede resultar chocante para algunos. ¿Para quién escribió este libro su autor? Desde luego no para aquéllos que por principio ni lo van a comprar ni lo van a leer -ahí no hay nada que hacer-, pero sí para los que tienen preguntas sin contestar, dentro o fuera de la fe católica: ¿cómo era José, cómo María, cómo era la relación entre ellos, cómo fue la concepción, cómo muere José, por qué Jesús sale de su casa, a qué edad, cómo conoce a Maria Magdalena, qué le dice a Jesús el soldado que lo lleva al sacrificio, qué dudas tenía Jesús, qué culpas cargaba?
Como marco general de la novela, cabe decir que el laureado escritor portugués, siendo ateo, o eso es lo que deduzco de su trayectoria de vida -no lo sé con certeza-, no niega (ni pone en duda en ningún momento) la existencia de Dios; lo que sí hace (sin cuestionar su omnipotencia, omnipresencia y omnisciencia), es representarlo a la imagen y semejanza del hombre (consecuencia directa de que Dios haya hecho al hombre a su imagen y semejanza), con sus contradicciones, sus dudas y su lucha entre el bien y el mal: Dios y el Diablo enfrentados, dándole uno sentido a la existencia del otro. En cuanto a Jesús, es, para el portugués, un joven atormentado por la culpa de su padre -quiero saber sobre la culpa, dice a sus trece años frente a los sabios del Templo, de la culpa que yo pueda tener incluso sin haber pecado directamente-, que busca en su pasado el sentido de su presente y de su futuro. Y en este intento de Saramago de darnos (de darse a sí mismo) una versión más terrenal de la vida y obra de Jesús de Nazaret, nos hace dos advertencias principales; en la primera justifica su visión de un Jesús terrenal: ...es posible que estas suposiciones (las de este evangelio) parezcan inadecuadas no sólo a la persona sino también al tiempo y al lugar, osando imaginar sentimientos modernos y complejos en la cabeza de un aldeano palestino nacido tantos años antes de que Freud, Jung, Groddeck y Lacan vinieran al mundo, pero nuestro error, permítasenos la presunción, ni es craso ni escandaloso si tenemos en cuenta el hecho de que abundadan, en los escritos que a estos judios sirven de alimento espiritual, ejemplos tales y tantos que nos autorizan a pensar que un hombre, sea cual sea la época en la que viva o haya vivido, es mentalmente contemporáneo de otro hombre de otra época cualquiera. En la segunda observación -que no tiene importancia en el contexto en el que está colocada en el texto pero sí, a mi jucio, en todo el contenido del libro- nos habla del ejercicio literario: ...en esto de mentir y decir la verdad hay mucho que opinar, lo mejor es no arriesgar juicios morales perentorios porque, si damos tiempo al tiempo, siempre llega un día en que la verdad se vuelve mentira y la mentira verdad... Con estos dos avisos, el autor nos proporciona los elementos para abordar la lectura sin prejuicios. Vamos ahí.
Cuenta este evangelio que José el carpintero padre de Jesús, vive atormentando desde que, en Belén, escuchó de la matanza de niños inocentes y él, en vez de avisar al pueblo de las intenciones de Herodes y sus soldados, decide huir hacia Nazaret con su mujer y su hijo recién nacido. Trece años después, José es crucificado al ser confundido con un guerrillero rebelde y Jesús hereda la culpa del padre (en forma de sueño recurrente), lo que lo obliga a salir de su casa para entender el misterio de su pasado, saber de dónde viene, quién es y para qué obra está predestinado. Su encuentro con Pastor (el Diablo), que lo instruye durante más de quince años en el arte de cuidar rebaños, constituye un duro enfrentamiento verbal, muy interesante, sobre asuntos existenciales. Finalmente el Diablo le dice: no has aprendido nada, vete, y así Jesús emprenderá otro camino que lo llevará a su destino final. En esta travesía conoce a María de Magdala (María Magdalena) que se deslumbra ante el forastero y le ofrece su amor y solidaridad: ...así tenemos que empezar todos, hombres que no conocían mujer y mujeres que no conocían hombre, un día el que sabía enseñó y el que no sabía aprendió... Esta María va poco a poco sustituyendo a María, la madre, que, a pesar de las circunstancias adversas, logra entender y asimilar el simbolismo de este cambio de estafeta: Yo te bendigo, María de Magdala, por el bien que a mi hijo Jesús has hecho, hoy y para siempre te bendigo. Una vez saldado el complejo asunto familar (de la madre que acepta la relación del hijo con una ex prostituta), Jesús, ya siempre en compañía de su mujer, continua hacía los designios de Dios. Y es con Dios y con el Diablo con los que tiene, en medio de una espesa bruma y durante cuarenta días, una profunda y sobrecogedora conversación que confronta a los tres personajes (y de paso al lector). El libro termina con la muerte de Jesús crucificado: se fue muriendo en medio de un sueño, estaba en Nazaret y oía que su padre le decía, encogiéndose de hombros y sonriendo también, Ni yo puedo hacerte todas las preguntas, ni tú puedes darme todas las respuestas. En un artículo de Agustina Jojärt cuyas ideas comparto, nos dice: quizá este sea el evangelio que faltaba: una historia acerca de Jesús, contada por Jesús; cuando el Hijo de Dios es más hombre de lo que cualquiera de nosotros podría haberse imaginado entonces el cristal se torna a veces transparente, otras veces turbio. La imagen que se crea de este Jesús deja de ser incuestionable y acabada. Y agrega: Si bien este Evangelio, según Jesús, según Saramago, es un relato por momentos próximo a nuestras propias capacidades, por momentos extraordinario y divino -como se espera que suceda con lo que del Hijo de Dios proviene-, es de sospechar que algunos hechos y conceptos difieren de los dados a conocer ya por otros Evangelios. Pero no debe buscarse una lógica comprensible que explique al poeta, sino reconocer su íntimo propósito; tal vez, allí esté la magia de lo que diga o se calle. De esta manera, Saramago construye su idea del mundo: quien quiera oír, que oiga.
Y ojo, para no enredarnos: no sé si la idea del mundo de Saramago coincide con tu idea del mundo o con la mía o con la nuestra; lo que sí se, es que El Evangelio según Jesucristo no es un libro sobre teología, es una novela y, desde el punto de vista de la literatura, muy buena.